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Bertín Osborne durante la entrevista en casa de Carmen Martínez-Bordiú.
Bertín Osborne vive de alquiler

Bertín Osborne vive de alquiler

El cantante ha regresado con éxito a la tele con el programa ‘En la tuya o en la mía’

Nuria Rozas

Sábado, 10 de octubre 2015, 01:06

A sus 60 años, y haciendo gala de su apellido, Bertín Osborne está hecho un toro. En lo profesional, cada miércoles saca pecho en el programa En la tuya o en la mía de TVE, que no deja de batir récords de audiencia. Pero es en lo personal donde ha conseguido su mejor marca: que su hijo Kike, al que los pediatras no le daban más de dos años de vida por su lesión cerebral, cumpla los ocho diciendo «papi».

El cantante y presentador de televisión llevaba tres años alejado de la pequeña pantalla y su vuelta ha sido espectacular. Con Pablo Motos y Carmen Martínez-Bordiú, dos de sus invitados de las últimas semanas, metió en su casa a 3,4 millones de espectadores. Dicen que cobra 10.000 euros por entrevista. Él ni confirma ni desmiente. Los buenos resultados apuntan a que TVE podría encargarle otros cuatro programas más, que se suman a los nueve acordados. Por lo que la voz de Buenas noches, señora seguiría dándolas hasta diciembre y sorprendiendo a la audiencia con preguntas como «¿Tu abuelo era bisexual?» a la nieta de Franco, o «¿Tú te has hecho algún retoque?» al presentador de El hormiguero, que le confesó su experiencia con el botox.

Posiblemente el secreto del éxito (que en este caso es que contesten a sus preguntas y no se levanten y le dejen con el interrogante en la boca) es la complicidad que destila con sus entrevistados. «Conocía a todos menos a Pablo Alborán, que por cierto es encantador. Lolita y yo somos amigos desde hace más de 40 años. Y con Adolfo Suárez Illana y Carmen Martínez-Bordiú también me une una vieja amistad».

Alto, fuerte, ojos verdes, con una cuenta corriente saneada (en diez años ha soltado 3,7 millones a Hacienda, pero se siente muy orgulloso «de pagar y vivir en España»), Bertín Osborne, el seductor macho alfa de la canción española, puede seguir presumiendo de buena planta y no reniega de su reputación de mujeriego, más por cansancio que por otra cosa (lleva 9 años felizmente casado con Fabiola, su segunda esposa). «A mí lo que realmente me gusta son los legionarios», se cachondea. Aunque a veces él mismo fomenta esa etiqueta de ligón. Como en la entrevista a Jesulín de Ubrique en la que ambos presumieron de la ropa interior que las fans les lanzaban. «Entre los dos podríamos llenar unas cuantas mercerías».

Con esas dos casonas que tiene una en Madrid y otra en Sevilla será más fácil invitar. ¿No?

No te creas, ¿eh? ¿Sabes la que tienen que liar en mi casa cada vez que vamos a grabar un programa? Yo siempre intento que me inviten a mí. Las casas de nuestros entrevistados son mucho más interesantes que cualquiera de las mías.

A pesar de la pasión que Bertín siente por su cortijo sevillano, las lesiones cerebrales del pequeño Kike por el que se mudaron a Madrid, donde recibe tratamiento le obligaron a ponerlo en venta hace más de año y medio. Pide ocho millones de euros por este casoplón construido en 1761. Allí ha vivido 23 años cargados de anécdotas, como cuando hospedó a Shakira para que aprendiera a montar a caballo y no se dio cuenta de que era ella hasta el tercer día.

El cortijo se compone de seis edificios que se comunican entre sí. Cuenta con 2.100 metros cuadrados construidos y diez dormitorios. Completan las estancias varias cuadras de caballos, una bodega, una capilla, una piscina y una pista de pádel. A Bertín le gusta la buena vida, pero rechaza el mote de señorito andaluz: «No sé de dónde sale que soy de derechas. Soy el típico liberal, lo que pasa es que no hay un partido así hoy en día. Soy más conservador que revolucionario y más de orden que de caos. ¿Eso es ser de derechas? Del Real Madrid soy desde que nací. ¿Y a ti no te gusta vivir bien?».

¿Invitaría a Artur Mas a su casa?

Claro que sí. Me interesa mucho saber lo que de verdad piensa de lo que está haciendo. Lo haría con una copa de vino por medio.

¿Y si le dejasen escoger?

A Julio Iglesias o Antonio Banderas, a los que admiro. A deportistas como Casillas, Nadal o Gasol; pero la entrevista que más me gustaría es al rey Juan Carlos. Creo que, humanamente, es un gran desconocido.

El Principito

En la vida de Bertín no todo han sido mujeres, juergas, canciones y vino; ha sufrido varias tragedias como la muerte de su primer hijo con Sandra Domecq, su primera mujer, y el temprano fallecimiento de ésta a los 51 años por culpa de un cáncer. En los momentos difíciles se aferra a un consejo que le dio su madre. «Hijo mío, búscale el lado bueno a las cosas. Todas, hasta las más amargas, lo tienen». «A veces no funciona, pero lo intento», cuenta. Así que cuando el 31 de enero de 2007 Kike se adelantó al nacer y el médico les advirtió que no intentasen salvarle la vida, que se quedaría «ciego, sordo y parapléjico», el cantante dijo que «le compraría una silla de ruedas de carreras».

Fabiola, a la que Bertín define como una «madre de élite», tampoco se resignó y en 24 horas encontró una terapia alternativa para su bebé prematuro. Un programa en el que trabajan la estimulación multisensorial con su hijo ocho horas al día. En España lo promueve el Instituto Fay en Madrid. «Es muy duro, no existe nada más que lo que estamos haciendo». La llegada de Kike a su vida, o de su Principito como le llaman en casa, ha supuesto un antes y un después. Tanto que en 2009 creó junto a su mujer la Fundación Bertín Osborne en la que ya ayuda a más de 150 familias con el mismo problema que su hijo.

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