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ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 23 de agosto 2015, 00:28
Mientras Antonio Banderas lleva medio verano homenajeando a Lina Morgan con su personal versión de '¡Vaya par de gemelas!' (las clónicas hermanas Kimpel), Melanie Griffith se ha dado al budismo. Que es mucho mejor que darse al 'beodismo'. Claro que un budismo un poco de catálogo, de esos que sirven para inundar las redes sociales de filosofía oriental y al final no pasan de lo decorativo...
La actriz estuvo hace poco en la cena de cumpleaños que celebró el Dalai Lama en Los Ángeles (un hombre que frecuenta más Hollywood que su monasterio) y lo que sacó en limpio fue un 'selfie' con Kris Jenner, la madre de Kim Kardashian. Así que en su viaje hacia Oriente, Melanie de momento parece haberse quedado en Armenia.
Recién divorciadas las dos, la primera de un 'sex symbol' latino que la ha sustituido por otra rubia veinte años más joven y la segunda de un ex atleta olímpico de nombre Bruce que decidió cambiar de sexo y ahora se llama Caitlyn, a Melanie y a Kris el buenismo del budismo les duró lo que el postre de la cena. Y es que por lo visto Griffith anda resentida por la alegre fiesta de cumpleaños que hace una semana organizó su ex marido en la piscina de su residencia marbellí. Las fotos fueron publicadas en el portal 'Vanitatis' y, según esta misma web, lo que le ha dolido a la actriz es ver a Antonio (a quien no logra sacar del todo de su vida ni de su tatuaje) disfrutando de 'La Gaviota', un chalé que es de los dos y que encima está en venta, junto a los amigos que un día fueron comunes, las vistosas gemelas Kimpel y toda su parentela...
Melanie siempre ha sido una mujer dulce y melosa. Sin embargo, como Mae West, ella cuando es buena es muy buena. Pero cuando es mala es mucho mejor... Ya en febrero, al poco de conocer la nueva relación de su ex marido, recurrió a una frase de Al Capone para advertir a Banderas de lo que podía encontrarse: «No confundas mi amabilidad con debilidad. Yo soy amable con todo el mundo, pero cuando alguien es cruel conmigo, debilidad no es lo que vas a recordar precisamente de mí». Esto, solo para él. Porque para ella reservaba otras 'cariñosas' palabras: «Oh, ¿estás saliendo con mi ex? Genial. Mira, me estoy comiendo un sandwich, ¿quieres que te guarde las sobras?». Kimpel ha tenido el cuajo de responder a Melanie y decir que comprende sus ataques: «Cuesta admitir que tu ex rehaga su vida».
Meses después, la actriz se debate entre el deseo de alcanzar la paz espiritual y su irrefrenable instinto de venganza dictado por esa naturaleza posesiva que siempre ha admitido tener. Un día sube a su cuenta de Instagram un primer plano de Don Johnson junto a la frase: «¡Mira qué guapo es mi 'ex ex' marido!» (como diciendo, '¡Toma, Banderas!'); y al otro, una foto de la portada del libro 'How to sit' ('Cómo sentarse'), manual zen del maestro Thich Nhat Hanh en el que se imparten técnicas básicas de meditación para alcanzar la sabiduría, el sosiego y la compasión hacia el prójimo.
«Casi todas las personas exitosas comienzan con dos creencias: el futuro puede ser mejor que el presente, y yo tengo el poder de hacerlo posible», afirma Melanie. Y realmente está en ello. A sus 58 años, mientras llega ese «cowboy» que dice andar buscando, la actriz ha empezado por redecorar su vida estrenando casa en Los Angeles, una estilosa villa de tejas rojas, verde hiedra y piscina turquesa. La decoración, sus hijos, el budismo y su participación en un negocio de cremas que se anuncian como «Photoshop en tubo» alegran el verano de Melanie Griffith. Eso, y alguna maldad de vez en cuando, porque como dijo aquélla: «Dios, hazme buena... Pero todavía no».
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