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Erudición lúdica

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El título, 'Is the Man Who Is Tall Happy?: An Animated Conversation with Noam Chomsky', es en sí mismo la mejor sinopsis de la última creación de Michel Gondry

JOSÉ HAVEL | SECCIÓN EXTRAOFICIAL

Lunes, 24 de noviembre 2014, 10:59

El título, 'Is the Man Who Is Tall Happy?: An Animated Conversation with Noam Chomsky', es en sí mismo la mejor sinopsis de la última creación de Michel Gondry. Gratifica seguir su regular ritmo de variopintas producciones: filmes de ficción cortos y largos (delicias como 'La ciencia de los sueños'), documentales, videoclips, cómics, exposiciones artísticas. Cinematográficamente, rara vez deja de sorprendernos en su alternancia entre películas apoyadas por los estudios y proyectos más íntimos. Si aprovecha los medios disponibles en los largometrajes de mayor presupuesto para espolvorearlas con audaces hallazgos visuales ('Rebobine, por favor', 'La espuma de los días'), sus obras más 'pequeñas' nos recuerdan todavía más por qué gustamos de su ecléctico arte.

El febril autor francés retoma el documental después de 'Block Party' (2006) y 'L'Epine dans le cour' (2009), con una pieza igual de atípica. La lectura de 'Los guardianes de la libertad', ensayo escrito por Noam Chomsky en colaboración con Edward S. Herman, le dejó fascinado por el trabajo del filósofo y lingüista norteamericano, conocido del público gracias a su compromiso activo contra la política imperialista de los EE UU. Ese deslumbramiento propició un filme destinado a transmitir su discurso, tratando de comprenderlo mediante una confrontación y un análisis que no rehúyen las posibles lagunas. A partir de aquí, el poco cinéfilo Chomsky habla con Gondry de lo humano y lo divino.

'Is the Man Who Is Tall Happy?' es, pues, un documental, pero en gran parte hecho de dibujos animados. Desde los primeros minutos queda clara así la manipulación inherente al género. Mediante la animación, imaginativa y libre -con Émile Cohl en el horizonte-, queda denunciada la imagen como artificio, y señalada su visión nunca objetiva de la realidad, porque siempre responde a una (s)elección previa y, por lo común, a un posterior ordenamiento. El mensaje: es deber fundamental de todo espectador posicionarse él mismo frente a lo que le muestra la pantalla, antes que recibirlo pasivamente sin el necesario juicio crítico propio.

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