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El pasado 23 de marzo, prácticamente 'in extremis', el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió dejar fuera de su última elevación de aranceles a la importación de acero y aluminio a la Unión Europea. Eso sí, de forma temporal. Hasta el 1 de mayo. A 24 horas de que expire esa moratoria, el temor a que no sea prorrogada empieza a extenderse entre los 28 países miembros de la UE y la industria del viejo continente. Y más aún cuando el sábado, en un acto en Michigan, Donald Trump arengara a sus fervorosos seguidores diciendo que «la UE fue creada por los países europeos para aprovecharse de Estados Unidos». Una frase que ha sido tomada ya como la declaración de guerra comercial definitiva de la Casa Blanca a la Unión Europea.
Las recientes visitas de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, Emmanuel Macron, a la Casa Blanca para intentar convencer al presidente republicano de que exima al viejo continente de las tasas fueron infructuosas. Es por ello por lo que los últimos días el pesimismo se haya apoderado de los gobierno europeos y sus industrias, que ya empiezan a digerir que en esta ocasión no parece fácil que se libren de los aranceles al acero y el aluminio. Es más, incluso el gobierno alemán, como informó ayer la prensa de ese país, propondrá una especie de tratado de libre comercio en versión «light», con el fin de lograr la exención permanente de los gravámenes a las importaciones de aluminio y acero a los países de la Unión Europea.
En la madrugada del pasado 23 de marzo, con un aviso a golpe de 'tuit', Donald Trump anunció que dejaba fuera a los países de la UE de su decisión de imponer, unilateralmente, fuertes aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%) con el supuesto fin de proteger la industria norteamericana.
La relajación no estaba llamada a durar más de cinco semanas, porque lo que hizo el máximo responsable de la política de EE UU fue dejar congelados esos gravámenes de forma provisional hasta el 1 de mayo. Ahora toca volver a negociar. No solo la UE. Entonces también se libraron México, Canadá, Australia, Argentina, Brasil y Corea del Sur. Las medidas proteccionistas se focalizaban en China y se iniciaba entre ambos países un cruce de anuncios arancelarios que cada uno superaba al anterior.
Con el plazo agotándose, los rumores venían apuntando a una nueva prórroga para la UE, aunque en estos momentos esa posibilidad parece lejos. Los '28' han solicitado a la Organización Mundial del Comercio sumarse a las consultas realizadas entre China y Estados Unidos por los anuncios proteccionistas. Este procedimiento permite a las partes buscar una solución al conflicto sin llegar al litigio.
Además, a pesar del aparente idilio que mantuvieron Trump y el presidente francés, Emmanuel Macron, esta semana en la visita del mandatario galo a EE UU, este terminó marcando diferencias con su homólogo americano en un discurso ante el Congreso en Washington que incluyó una contundente defensa del multilateralismo y de la lucha contra el cambio climático, y un rechazo de las guerras comerciales. «Una guerra comercial no es coherente con nuestra misión. Lo único que conseguirá es destruir empleos, aumentar los precios y la clase media tendrá que pagar por ello», argumentó.
De establecerse los aranceles de Trump para la UE, Asturias sería la sexta comunidad más afectada del país, con una reducción estimada de las exportaciones de 6,2 millones de euros, al estar afectados un 4,8% de los productos que se exportan desde el Principado, según un informe del proyecto C-intereg Ceprede. El País Vasco, con una reducción de 41,7 millones; Galicia (11,4), Madrid (8), Cataluña (7,7) y Cantabria (6,9) se situarían por delante del Principado con un mayor impacto absoluto de los aranceles, aunque sobre el Producto Interior Bruto el Principado sería la cuarta comunidad más afectada.
No obstante, la incidencia de la política proteccionista de Trump ya se ha dejado notar en las factorías asturianas. Precisamente, en una de las instalaciones cuyos resultados están más cuestionados: el tren de alambrón de ArcelorMittal en Gijón, en el que se frustraron varios envíos a EE UU de 'steel cord' (cables que llevan de refuerzo los neumáticos) porque en una ronda anterior el presidente americano ya impuso aranceles sobre estos productos.
Por otro lado, la UE teme los efectos indirectos efectos indirectos que tendrán los aranceles de Trump. Los '28' temen que, ante la imposibilidad de exportar estos productos a EE UU, estos acaben invadiendo el mercado europeo, se desplomen los precios y el sector comunitario regrese a una situación crítica como la vivida en 2015 y 2016, que provocó miles de despidos y pérdidas importantes en la mayoría de factorías, incluidas las asturianas.
Por ello, el Ejecutivo comunitario ha anunciado que vigilará las importaciones de dichos productos y que no descarta aplicar nuevas medidas de salvaguardia para proteger el mercado del acero de esas posibles «desviaciones comerciales», entre otras, «la imposición de aranceles o cuotas», dentro de las herramientas de defensa comercial que permite la Organización Mundial del Comercio (OMC). Las nuevas medidas podrían entrar en vigor a finales de mayo, según fuentes conocedoras del expediente, y podrían extenderse durante nueve meses.
La Comisión ya había previsto este procedimiento durante la preparación de su respuesta a los aranceles a las importaciones impuestos por EE UU e investigará 26 categorías de productos que podrían acabar en Europa, aunque su destino inicial fuera el país americano.
No serían las primeras medidas de este tipo que adopta la Comisión. En total, la UE ha adoptado 53 para hacer al problema de sobrecapacidad global en el sector, de las cuales 27 son para productos procedentes de China.
Además, la pasada semana la Comisión Europea prolongó otros cinco años los aranceles 'antidumping' a las importaciones de cables de acero procedentes de China. Bruselas impuso por primera vez estos aranceles, del 60,4%, en 1999 y desde entonces los ha renovado en tres ocasiones.
«Está claro que el verdadero punto de mira de la guerra comercial de Trump -y de parte de la comunidad de negocios estadounidense- no es tanto Europa, sino China, con la que se arrastra un déficit comercial cifrado en 375 billones de dólares», aseguró a Efe Vicente Palacio, director del observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, que sin embargo, ve a «la UE bloqueada en medio de una incipiente escalada de guerra comercial entre las dos potencias, lo cual complica los avances en su agenda bilateral con la primera potencia asiática».
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