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NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Sábado, 17 de marzo 2018, 04:32
La panciencia de Arcelor con los malos resultados de sus instalaciones de Gijón se ha terminado. La planta tiene que demostrar que puede ser rentable y, además, que será tanto o más competitiva que sus rivales, los de dentro del grupo y los de fuera de él. Y para ello no tiene demasiado tiempo. El 31 de marzo es el plazo fijado para llegar a acuerdos con los sindicatos que permitan mejorar sus ratios de productividad, y eso pasa por aumentar la capacidad de la acería, pero además, antes del 23 de mayo, la factoría debería probar a la multinacional que merece la pena que sus instalaciones, y especialmente su tren de chapa, continúen dentro de Arcelor. Tras varias ampliaciones del plazo, la UE ha fijado ese día como fecha límite para aprobar o rechazar la compra de la italiana Ilva por parte del gigante siderúrgico y todo apunta a que el grupo tendrá que deshacerse de instalaciones. Ya ha avisado de que serán las menos rentables.
La compra de la mayor planta siderúrgica europea por parte del mayor productor de acero del mundo fue desde el principio un motivo de preocupación para las autoridades antimononopolio de la UE. Arcelor quería hacerse con Ilva a toda costa, pero sus máximos responsables no pensaban que les iba a costar tanto convencer a la Comisión Europea de que la operación no supone colocar al grupo en una posición de dominio de mercado que restará competencia e implicará una escalada de precios.
Las negociaciones no están yendo por los derroteros que pretendía la empresa y esta está teniendo que hacer más concesiones de las previstas. A la UE no le vale solo con que se deshaga de la planta de Piombino, como había propuesto. Y ahí entra Asturias. Pese a que Arcelor insiste en que la compra de Ilva no tendría repercusión en las plantas de la región, las mayores exigencias comunitarias y las pérdidas de las instalaciones de Gijón han hecho que estas entren en las quinielas de una posible desinversión. El jefe de la división de Planos del Suroeste de Europa, el asturiano José Manuel Arias, advirtió el jueves de que urge tomar medidas, porque Arcelor se deshará de todo lo que haga falta para culminar la compra de Ilva.
Una investigación inicial alertó a la UE de potenciales problemas para los productos planos de acero de carbono galvanizados y laminados. Los compromisos que presentó Arcelor fueron «insuficientes» para la Comisión, como también las explicaciones que en febrero dio en persona el recién nombrado presidente de ArcelorMittal, Aditya Mittal, en Bruselas. La multinacional ha presentado un nuevo paquete de «concesiones» que incluyen nuevas desinversiones.
A la hora de elegir, Arcelor no solo medirá la rentabilidad, sino la productividad (toneladas/hombre), la fiabilidad (marcha regular sin paradas imprevistas), la calidad del producto y los costes de la llamada 'no calidad', aquello que se achatarra porque no cumple con la exigencia del cliente.
Aunque la situación de Largos en Asturias es muy preocupante, el problema con la UE está en Planos, y a los sindicatos no se les escapa que el tren de chapa de Gijón, que emplea a unas 300 personas, atraviesa graves problemas. Cerró el año con pérdidas y, aunque aumentó su producción con respecto a 2016 hasta las 495.000 toneladas, fueron un 20% menos que en 2008. A cambio, Ilva cuenta con un moderno tren de chapa, con una capacidad de producción de 1,4 millones de toneladas. De hecho, los grandes problemas de la planta italiana, que exigirán a Arcelor unas inversiones de alrededor de 2.300 millones, se encuentran en la fase de cabecera y no en acabados.
Ante este panorama, los representantes de los trabajadores no ocultan su preocupación. Las plantas asturianas han ido perdiendo su posición competitiva en relación a otras instalaciones similares. Así, Gante (Bélgica) se sitúa como la factoría de referencia. Fuentes del grupo reconocen que es la que mejores resultados logra. Dunkerque (Francia) y Bremen (Alemania) también superan a Asturias, mientras que Fos-sur-Mer se encuentra en una situación compleja como la asturiana. Arcelor cifra, además, en casi 20 euros por tonelada la ventaja de plantas de la competencia como las de Tata y Thyssen.
En este contexto, el ministro de Economía de Francia, Bruno Le Maire, visitó el jueves la factoría de Dunkerque, con una plantilla de 3.000 personas. «Estoy aquí para defender vuestros intereses», manifestó ante los trabajadores, para asegurar que no le inquieta el futuro de una planta con «un saber hacer histórico que es importante proteger».
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