Arcelor plantea eliminar al menos 40 empleos en el tren de chapa e invertir dos millones

Los responsables de Arcelor en Asturias quieren mandar un mensaje claro a la dirección del grupo en Luxemburgo: que el tren de chapa de Gijón puede volver a ser competitivo. Y quieren hacerlo con urgencia, porque la situación es «muy delicada». Ayer se lo volvieron a recalcar a los sindicatos cuando se reunieron para plantear las ideas que tienen para que esta instalación recupere su posición de antaño en el mercado global. Su objetivo es realizar inversiones que permitan automatizar lo máximo posible la línea y, con ello, ganar en productividad, pero sobre todo amortizar puestos de trabajo. Según las primeras estimaciones dadas ayer por la compañía, la idea es gastar alrededor de dos millones de euros en mejoras y, con ellos, eliminar unos 40 empleos de los 250 que hay en el área de producción. Para una nueva reunión quedará la propuesta sobre el ajuste en mantenimiento, del que se hablará el jueves, en el que hay en total otro centenar de trabajadores. Además, la multinacional también anunció que «la reorganización» afectará a las auxiliares. Todas las bajas, insiste, serán mediante medidas no traumáticas.

Las líneas generales de la reunión de ayer estaban ya marcadas. La intención de la compañía de invertir para reducir la plantilla había sido anunciada por Arcelor y, de hecho, es el principal objetivo de su plan de productividad. Lo que quedaban por conocer son los detalles y, aunque ayer la empresa ofreció algún dato más, tampoco fue tan minuciosa como los sindicatos hubieran querido. Así, anunció la posibilidad de realizar distintas inversiones por importe de esos dos millones de euros, pero para los representantes de los trabajadores muchas de las propuestas son simples ideas difíciles de llevar a la realidad y consideran improbable que con ellas se pueda realizar un ajuste de tal magnitud. Sobre todo, porque el objetivo es también elevar la producción hasta las 550.000 toneladas -en 2017 fueron 495.000-.

En el planteamiento que puso sobre la mesa la dirección en Asturias de Arcelor se encuentra la eliminación de puestos como los de los responsables de seguimiento de datos 101, operador de probeta, troqueladora en frío, maestro de expedición, inspector de foso, vigilante de sótano y los denominados 'cubre descansos'. En total son alrededor de 40 empleos, que algunas fuentes sindicales elevan por encima de los 50 y que, advierten, en mantenimiento podrían ser otros tantos. Otros representantes de los trabajadores no incrementan tanto la cifra, que supondría la desaparición de más de un 25% de la plantilla, y hablan de una reducción en el entorno del 10% o el 15% . Reconocen, eso sí, que la situación que atraviesa la instalación es muy complicada. De hecho, se muestran abiertos a negociar, «antes que perder el 100% del empleo».

El tren de chapa gijonés lleva años con malos resultados, pero la urgencia por recuperar su posición competitiva llega ahora, ante la posible compra por parte de Arcelor de la factoría italiana de Ilva. La adquisición de esta planta, la más grande de Europa, exige a la multinacional importantes desinversiones en Planos para que las autoridades antimonopolio de la UE acepten que la operación no coloca al grupo en una posición de dominio de mercado. La empresa ya ha anunciado al Gobierno de la República Checa que prevé vender la planta de Ostrava, con 7.000 empleos, pero también se habla de otras. La mala situación del tren de chapa asturiano le llevó a las quinielas, aunque el riesgo parece estar más en el medio plazo, cuando en un mercado con sobrecapacidad como el actual, el tren de Ilva, que puede producir 1,2 millones de toneladas, se integre en Arcelor.