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SUSANA BAQUEDANO
Domingo, 23 de abril 2017, 11:21
La segunda planta de desnitrificación de España comenzará a funcionar en la central de Soto de Ribera en junio. La compañía EdP prevé concluir en mes y medio las obras de esta planta, que permitirá reducir hasta en un 80% las emisiones de óxidos de nitrógeno. Esta instalación es parte de una inversión de 90 millones de euros que incluye otra planta de similares características y ligeramente de mayor tamaño que desde febrero está plenamente operativa en el segundo grupo de Aboño.
Ambas actuaciones permiten ajustar las emisiones de ambas centrales a la Directiva de la Unión Europea de Emisiones Industriales 2010/75. Con ello, los dos grupos térmicos (Soto de Ribera 3 y Aboño 2) garantizan su funcionamiento, al menos, hasta el año 2030 contribuyendo a la vez a la diversificación del 'mix' de producción eléctrica. Sin la reducción de emisiones contaminantes que implica el funcionamiento de la desnitrificadora, ambas centrales estarían fuera de la norma europea y se verían obligadas a cerrar.
Las obras en el grupo III de Soto comenzaron el pasado otoño con las labores de cimentación. Mientras, las de montaje finalizaban en agosto en Aboño, en septiembre iniciaba el periodo de pruebas y ya en febrero pudo activarse. Fueron necesarias más de 410.000 horas por hombre en la construcción de esta primera fase del proyecto que la compañía EdP aprobó en noviembre de 2014 para sus centrales de Soto y Aboño.
En los últimos diez años, la compañía EdP ha invertido más de 200 millones de euros en diversas mejoras de carácter medioambiental en sus centrales asturianas de generación eléctrica, y asegura que la eficiencia en la operación y la rigurosidad en el mantenimiento de los grupos de generación hacen de las plantas de EdP «las más eficientes del país».
Un reactor de desnitrificación tiene por objetivo reducir los gases contaminantes resultantes de la combustión de carbón o gas que dan potencia a la central de generación. Lo hace mediante la inyección de un acelerante de las reacciones químicas que se añade a los gases de combustión a la entrada del reactor en el que se les trata. Es una reacción catalítica que hace que los óxidos de nitrógeno, contaminantes resultantes de la combustión se disgreguen en moléculas de nitrógeno (inocuas, idénticas a las que conforman el 79% de la atmósfera) y vapor de agua (H2O). El proceso no tiene una eficiencia absoluta, aunque durante las pruebas se registraron niveles de reducción de las emisiones contaminantes de forma consistente siempre por encima del 75%, con picos del 80%.
La eficiencia no es siempre la misma porque son múltiples los factores que influyen en el funcionamiento de la desnitrificadora. En los ensayos se sometió el equipo a diversos escenarios y a sus combinaciones. Así, se hizo funcionar la caldera por una parte utilizando solo carbón como combustible (se inyecta en la caldera el carbón vaporizado) y, por otra, con una mezcla de carbón y de gas de horno alto, dado que la central de Aboño está preparada para utilizar los gases de la combustión de la cercana planta de ArcelorMittal para generar energía.
Al margen de los combustibles utilizados y en combinación con éstos, también se hicieron pruebas de plena carga y de mínimo técnico, de forma que los ingenieros pudieron estimar el rango operativo de la desnitrificadora, siempre por encima de los requerimientos básicos exigidos. Además, para reducir el impacto sobre el medio ambiente, se han instalado en la planta de desnitrificación 13.100 metros cuadrados de aislamiento térmico.
El consorcio formado por TSK y Mitsubishi Hitachi Power Systems, es el adjudicatario de los trabajos de ambas desnitrificadoras. Desde el inicio de las obras de la primera, la de Aboño, más de 140 empresas diferentes, en su gran parte asturianas, participaron en ellos. Fueron necesarias más de 3.000 toneladas de elementos para poder poner en pie la nueva planta. Sólo en la estructura metálica, se han colocado 1.400 toneladas y otras 1.000 en el reactor catalítico. En esta obra, se utilizaron las mayores grúas de Asturias, con una capacidad de 70 toneladas a 110 metros de altura y un radio de 80 metros.
Tras este proyecto, EdP habrá invertido más de 200 millones de euros en la última década en mejoras ambientales de sus centrales de generación en Asturias.
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