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Isidro Fainé vigila su imperio desde el retiro

Durante sus nueve años, casi todos en época de crisis, la caja se ha consolidado, pero a su sucesor le toca capear con los retos del sector

JOSÉ M. CAMARERO

Domingo, 3 de julio 2016, 02:30

Se puso al frente de una caja de ahorros y deja un banco cotizado; asumió las riendas de una entidad en expansión y delega una de las tres principales financieras de España; accedió a liderar un grupo con influencia en importantes sectores para dejar sobre la mesa una compañía estratégica entre los grandes del índice Ibex-35; y, sobre todo, comenzó su labor presidencial cuando el país vivía sus últimos meses de bonanza económica para atravesar una crisis a la que todavía le quedan claroscuros.

La renuncia de Isidro Fainé a seguir al frente de CaixaBank tiene muchos tintes legales -se lo obliga la legislación comunitaria-, y aún más estratégicos: desde la presidencia de la Fundación La Caixa vigilará de cerca los movimientos del banco, no solo porque controla un 46,7% de la entidad, sino porque se ha encargado de dejar bien atada una sucesión gestada desde hace dos años.

La sombra de Fainé seguirá de cerca la corporación a la que se encuentra ligado desde hace 35 años, después de que en julio de 2014 la firma nombrara a Gonzalo Gortázar como consejero delegado, cortando cualquier aspiración del entonces CEO, Juan María Nin, a convertirse en su delfín. Ahora, con Jordi Gual en la presidencia, delega sus funciones en otro hombre de confianza -ha actuado como su asesor estratégico-, con importantes conocimientos técnicos y un haber en su contacto con la realidad europea que tanto marcará la vida de la entidad.

Fainé aparca su cargo transmitiendo al banco con mayor cuota de mercado entre particulares -un 28% del total- de España, una amplia red de 5.000 oficinas y 9.500 cajeros distribuidos por todo el país, y el liderazgo en gestión de activos -fondos, acciones, etc.- y en seguros, a través de VidaCaixa.

Las integraciones materializadas desde 2007 han sido claves para entender este desarrollo: a la de la banca privada de Morgan Stanley -en 2008- le siguió la de Bankpime (2001) y, sobre todo, la absorción de Caixa Girona, Banca Cívica (Navarra, Cajasol, Canarias, Burgos y Guadalajara), además de Banco Valencia y Barclays Bank.

Los retos y las joyas

Pero también deja retos que no ha conseguido completar. Los analistas insisten en que la falta de diversificación geográfica en su negocio es el talón de Aquiles.

A pesar de las operaciones realizadas en el exterior -el mexicano Inbursa, el hongkonés East Asia, el austríaco Erste Bank y el portugués BPI-, la entidad «tendrá que acometer alguna operación de diversificación en el extranjero», explica Javier Bernat, de BEKA Finance. «Ahora no es el momento -reconoce este experto-, pero tendrá que hacerlo». En este sentido, también se pronuncia Xavier Cebrián, de GVC Gaesco: «Lo importante será realizar alguna compra en el extranjero».

En el haber de Fainé se sitúa la posición estratégica que CaixaBank tiene en los grandes sectores empresariales de la economía española. Las 'joyas de la corona' se encuentran perfectamente custodiadas: entre las energéticas, ostenta un 10,2% de Repsol y un 34,3% de Gas Natural Fenosa; en las telecomunicaciones, un 5% de Telefónica; y en otras compañías históricas, un 18,9% de Abertis. De hecho, Isidro Fainé sigue siendo vicepresidente de Telefónica y también de Repsol, y consejero de Gas Natural, además de East Asia, Suez y BPI, entre otras.

Con esa cartera industrial, además de obtener importantes dividendos de las compañías en las que participa, se ha convertido en un agente clave para cualquier movimiento corporativo en los ámbitos más relevantes de la economía.

Pero con un entorno de fuertes presiones regulatorias, unos tipos de interés en mínimos y una economía con muchos baches por el camino, lo prioritario es reforzar la capacidad de resistencia: como el resto del sector, tendrá que seguir realizando ajustes, adaptando su red a internet y modificando su estrategia comercial para que el margen de intereses pueda crecer, el ratio de morosidad siga cayendo y librarse del ladrillo tóxico. «Tenemos que acostumbrarnos a vivir en la incertidumbre... en todos los ámbitos de la vida», ha reconocido en uno de sus últimos encuentros con los medios.

Las participadas, más su implantación y capilaridad en todo el territorio nacional, le aportan un atractivo que eleva el valor del grupo ante cualquier posible fusión, desde o hacia CaixaBank. Para que llegue ese momento, habrá que esperar. Pero ahí, dentro de uno o dos años, estaría también Fainé para aprobar este nuevo reto desde la fundación.

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