SUSANA BAQUEDANO
GIJÓN.
Domingo, 17 de septiembre 2017, 08:38
No habrá muchas empresas de capital 100% asturiano que hayan vivido, en más de un siglo y medio de vida, tantos vaivenes como Duro Felguera. Desde padecer angustiosas pérdidas económicas y crisis de orfandad accionarial a saborear los éxitos de su internacionalización con grandes contratos y convertirse en uno de los grandes 'epecistas' mundiales. Entre medias, ha soportado opas, la última se la lanzó la constructora San José; fue protagonista de un mediático encierro que duró 318 días en la mismísima Catedral de Oviedo por parte de un grupo de sus trabajadores despedidos (acabaron saliendo con un compromiso de recolocación firmado), ha estado bajo la batuta de tres presidentes en las últimas décadas y su vida bursátil ha subido y bajado como en una noria. Hoy, 160 años después, el grupo industrial vive un nuevo episodio de incertidumbre. Con una tregua bancaria que concluye este mismo mes -acumula una deuda de más de 244 millones- y un proceso de negociación con posibles inversores, del que ya se ha retirado Acciona y en el que a la espera de posibles nuevos aspirantes, quedaría el fondo británico Bybrook, Duro Felguera se dispone a abrir un capítulo nuevo en su historia y en la de la historia industrial de Asturias. El final está aún sin escribir.
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El hierro, el carbón y el alto horno marcaron sus inicios. El conocimiento industrial lo hizo un siglo y medio después. Con más del 90% de sus activos en la región pero la mayoría de su negocio fuera del Principado, han sido sus profundas raíces industriales las que le han permitido adaptarse a los cambios, hasta ser lo que hoy es: un gran grupo diversificado y especializado en proyectos integrales para la construcción de todo tipo de centrales de generación eléctrica, instalaciones para el tratamiento de minerales y el manejo de graneles, plantas para almacenamiento de combustibles y otras instalaciones en el sector de Oil & Gas. La compañía lleva a cabo todo el proceso de los proyectos: ingeniería, suministros, montaje, puesta en marcha, operación y mantenimiento. Es difícil definir a Duro Felguera, porque hace muchas cosas y muy bien. Y eso se debe a su capital humano, formado por unos 2.000 profesionales.
La constitución, en febrero de 1858, de la sociedad Duro y Compañía, impulsada por Pedro Duro Benito, marcó el inicio de la trayectoria empresarial de lo que actualmente es Duro Felguera. Inicialmente la compañía estuvo especializada en la producción siderúrgica y en la extracción de carbón, convirtiéndose a finales del siglo XIX en la principal siderurgia del país.
En 1900, Duro y Compañía se reconvierte en la Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera, S.A., y en 1905 empieza a cotizar en Bolsa. En 1920 es la mayor empresa carbonera del país, gracias a cuyos beneficios se acometen importantes transformaciones técnicas del negocio siderúrgico. Durante los años 1940 y 1950 la minería encuentra un entorno favorable, y en cuanto a la siderurgia, Duro dominó el mercado nacional junto con Altos Hornos de Vizcaya hasta 1960, aproximadamente.
La década de los 60 del pasado siglo marcó el inicio del proceso de reestructuración minera e industrial. En 1961 se crea la Unión de Siderúrgicas Asturianas (Uninsa), formada por Duro Felguera, Fábrica de Mieres y la Fábrica de la Sociedad Industrial Asturiana, germen de lo que luego sería Ensidesa, a la que pasan todos los activos siderúrgicos de Duro Felguera. Respecto al negocio del carbón, en 1967 Duro y otras empresas mineras transfieren su patrimonio a la empresa pública Hulleras del Norte, S. A. (Hunosa).
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Desde entonces, Duro se dedicó específicamente a la producción de bienes de equipo, diversificando sus negocios para atender las diferentes demandas de equipamiento de los sectores industriales. La empresa potenció sus talleres y se centró en el área de fabricación, desprendiéndose progresivamente de las sociedades no vinculadas directamente con este campo de actividad.
A mediados de los años 80, Duro Felguera da un nuevo giro en su trayectoria para adaptarse a las exigencias del mercado y comienza a centrarse en la ejecución de proyectos llave en mano para el sector energético, la industria y el área de Oil & Gas.
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Un personaje clave en el desarrollo de Duro Felguera fue Ramón Colao Caicoya, el gestor que reflotó la compañía entre 1994 y 2003 y la rescató de una de las más graves crisis que padeció el grupo en sus años de existencia. Consejero de Duro Felguera en representación del Hispano desde 1989, asumió la presidencia ejecutiva del grupo industrial a mediados de 1994 y permaneció a su frente hasta junio de 2003. En este periodo crucial tuvo que hacer frente a una situación angustiosa: superar cuatro ejercicios de pérdidas (1992-1994), que se repitieron en 2003, y que obligaron a vender patrimonio; conflictos laborales muy enconados, búsqueda desesperada de inversores que estuvieran dispuestos a comprometerse con Duro para sacarla de su clamoroso desamparo accionarial, urgente reorientación de la compañía hacia otras actividades, mercados y productos. De aquella encrucijada nació el esquema que dio a Duro una década de prosperidad, pujanza inversora, económica y bursátil.
El binomio de éxito que permitió esta nueva edad dorada de Duro fue la consecución de un bloque accionarial impulsado desde el Principado (Arrojo, Melca, Imasa, TSK y más tarde Vegasol) estable, asturiano y comprometido con la compañía y con su relanzamiento, y, al tiempo, la promoción a la presidencia de la sociedad en 2003 de un ejecutivo de la empresa, Juan Carlos Torres Inclán, ingeniero de minas, que había pasado por Mecánica de La Peña, Ertank, ERPO y que desde 1986 pertenecía a Duro Felguera, y que había acumulado una gran experiencia como director comercial y director general de negocios.
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Álvarez Arrojo, un accionista tradicional de Duro que no superaba el 2% y que permanecía en un segundo plano, dio un paso al frente en 2000 para defender a Duro frente a fondos de inversión y de pensiones hostiles y de nuevo cerró filas contra la opa lanzada por San José en 2005. Emprendió entonces una acelerada compra de títulos hasta erigirse en el mayor propietario del grupo y respaldó a Torres como nuevo presidente. Arrojo dio la estabilidad accionarial y Torres intensificó la captación de contratos, dio un vuelco a la sociedad, reorientándola hacia la ingeniería, gestión de proyectos llave en mano y prestación de servicios especializados a la industria e impulsó la mayor internacionalización de la historia de la firma. En junio de 2011, Torres Inclán se despedía de la junta general de accionistas de la empresa con un lacónico «muchas gracias y hasta siempre». Su dimisión abría paso a una nueva etapa en la compañía en la que Juan Gonzalo Álvarez Arrojo tomaba las riendas del grupo al colocar a su yerno, Ángel Antonio del Valle, como hombre fuerte del grupo.
Hoy en día, el consejo de Duro Felguera está dominado por la alianza entre Álvarez Arrojo (24,39%) y por los herederos del empresario Ramiro Arias (10,02%), fallecido en noviembre de 2015.
Del Valle, actual presidente de la compañía, está siendo muy cuestionado. La banca acreedora pide su dimisión y le responsabiliza de una «mala gestión» que ha llevado al grupo a la situación en que se encuentra, abocado a un concurso de acreedores si no solventa su deuda y encuentra un socio inversor. Los trabajadores también piden un cambio de gestores. El Gobierno del Principado defiende una solución para Duro que preserve el «empleo» y su «asturianidad». La sociedad asturiana, en general, mira a esta compañía que ha sabido sabido reinventarse y sortear las dificultades para seguir creciendo y confía en una salida a su actual situación.
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Como dice la empresa en su propia página web, «experiencia, talento, calidad y capacidad de adaptación a las transformaciones del mercado son valores que han hecho de DF un referente internacional».
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