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ANA BARANDIARAN
Domingo, 26 de julio 2015, 01:35
España ya perdió Cuba una vez, en 1898, y no quiere que le vuelva a ocurrir. Ahora la batalla es empresarial pero también tiene a Estados Unidos como principal rival, dado el interés de sus empresas por tomar posiciones en la isla después de que el pasado 17 de diciembre Obama anunciara la reapertura de relaciones diplomáticas con el Gobierno de Raúl Castro. España parte con ventaja en la carrera por la fuerte presencia de sus empresas allí, pero las relaciones institucionales no atraviesan su mejor momento.
No es que Cuba, con una economía muy pobre y planificada por el Estado, se vaya a convertir de repente en un paraíso empresarial. Todavía se mantiene el embargo impuesto por Estados Unidos en 1960, cuyo levantamiento depende del Congreso norteamericano, donde muchos republicanos se oponen a tomar medidas en este sentido. Pero se están dando pasos hacia la normalización, a los que se suman las reformas aprobadas por Raúl Castro en los últimos años. La principal de ellas es la Ley de Inversión Extranjera, que busca atraer capital foráneo y reducir así la excesiva dependencia de los subsidios procedentes de una cada vez más debilitada Venezuela. Nicolás Maduro suministra a Cuba petróleo a precios especiales, que luego la isla exporta. Además, paga al Estado cubano el salario de los médicos y personal sanitario 'importado'. Esta partida es la principal fuente de divisas para el país, por encima del turismo.
El embargo
Los empresarios españoles llevan décadas invirtiendo en la isla y han permanecido allí a pesar de la amenaza de sanciones de Estados Unidos, que impuso la internacionalización del embargo a través de la Ley Helms-Burton de 1996. La cadena hotelera Meliá, por ejemplo, sufrió en la década de los 90 el acoso de la Administración norteamericana, que le amenazó con multas por un complejo turístico establecido en una propiedad que una familia cubanoamericana decía que le habían expropiado. Las autoridades cubanas han prometido premiar este esfuerzo y dar a esas compañías un trato preferente.
España es el principal inversor en Cuba, aunque no hay cifras oficiales porque la Administración oculta los datos para evitar acciones de EE UU. Domina en el sector turístico ya que las empresas españolas gestionan en la isla un total de 21.000 habitaciones; el 90% de las de cinco estrellas y el 60% de las de cuatro. La citada cadena Meliá es la principal, con 27 hoteles y 13.000 habitaciones, pero también hay otras como Iberostar, Barceló, NH... Aunque quizás la alianza hispanocubana más simbólica sea Habanos, el líder mundial de puros con marcas como Cohiba y Montecristo, cuyo 50% adquirió Tabacalera en 1999.
En el terreno diplomático es donde España se muestra más débil. En Cuba no olvidan las presiones que realizó Aznar, recién elegido presidente en 1996, para que la UE endureciese su política con la isla mediante la ya famosa Posición Común que finalmente logró sacar adelante. Puede que esta fuese una de las razones de que Raúl Castro no recibiese al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, en su viaje del pasado noviembre. «Les están haciendo pagar por la actitud que mantuvo Aznar, aunque el discurso del PP ha cambiado mucho. España ahora lo tiene claro y no quiere perder comba. Por eso se está esforzando en recuperar las relaciones», explica Anna Ayuso, investigadora de Cidob (Barcelona Centre for International Affairs). El empeño es digno de reconocimiento. En lo que va de año ya han acudido a la isla dos delegaciones de alto rango. La primera en abril, liderada por el secretario de Estado de Comercio, Jaime GarcíaLegaz. La segunda este mismo mes, esta vez encabezada por el ministro de Industria, José Manuel Soria.
Tres millones de turistas
A la vuelta de su viaje, Soria explicó las grandes expectativas de negocio que hay en Cuba, especialmente en el turismo, donde España es tan fuerte. En 2014 la isla recibió tres millones de turistas -de los que solo un 2,6% eran españoles-, y se espera que la cifra se dispare cuando EE UU abra la veda y liberalice los viajes al país.
Las 230 empresas españolas que operan en Cuba han tomado nota y ya están haciendo gestiones para aprovechar el tirón. Iberia, por ejemplo, recuperó en enero la conexión con La Habana que cerró hace dos años por falta de rentabilidad. Baleària, participada por Abel Matutes, se ha hecho con una licencia para conectar EE UU y la isla caribeña. Pero no solo hay potencial en el turismo. Hay otros focos de interés como la Zona Especial de Desarrollo Mariel, un puerto que aspira a convertirse en 'hub' de distribución para los grandes porta contenedores que atraviesen el Canal de Panamá. Ahí Brasil ya ha tomado posiciones con una inversión comprometida de 600 millones.
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