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Domingo, 21 de agosto 2016, 01:40
Tres Juegos Olímpicos, cuatro medallas: dos oros, una plata y un bronce. Es el currículo del que puede presumir Saúl Craviotto, un animal competitivo que convierte en éxito todo lo que disputa. En Río, ya logró el oro con su pareja Cristian Toro y ayer sumó otro bronce él solo en una carrera que se decidió casi sobre la línea de meta. Antes de salida, mientras los demás participantes saludaban al paso de la cámara, Craviotto se mantuvo firme, serio, concentrado, embutido en sus gafas de sol, visualizando una carrera, su final en el K1 200 y un metal que quería hacer suyo. La calle siete iba a ser su camino hacia otro podio.
Casi sin respirar se ven las carreras de Craviotto, apenas da tiempo a ver sus paladas. Menos aún ayer las del británico Liam Heath y el francés Maxime Beaumont, que impusieron un ritmo vertiginoso desde el principio. Demasiado para las aspiraciones de Craviotto, que al comienzo no se acabó de despegar de los últimos puestos. Sin embargo, el español no había dicho su última palabra y en un final espectacular subió el ritmo en los ultimísimos metros para atrapar un bronce que tuvo que dilucidarse en la sala de tiempos. Los jueces dudaban entre el español y el alemán Ronald Rauhe. Al final, el cronómetro tomó una decisión salomónica: ambos habían llegado con el mismo tiempo (35.662), por lo que compartirían bronce y espacio en el podio.
Poco le importó a Craviotto, que se abrazó con el germano, contentísimo por este nuevo éxito en su carrera. Un bronce para sumar al historial, a su vida, al medallero español. Y ya ha aportado cuatro. En tres Juegos.
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