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Familiares y amigos se reunieron en la casa de Cravioto para ver la carrera del medallista.
«¡Este bronce es la guinda del pastel!»

«¡Este bronce es la guinda del pastel!»

Familiares y amigos se reunieron en la casa de Craviotto para ver la carrera por televisión y disfrutar con su medalla

DANI BUSTO

Domingo, 21 de agosto 2016, 01:40

Bien temprano, prácticamente tras despertarse, Saúl Craviotto se encontró con el mejor mensaje de ánimo que podía haber recibido: una foto de su hija Valentina, enviada esa misma mañana por su mujer, Celia García, y un breve recordatorio: «Disfruta, esta carrera es un regalo». Ambas siguieron desde su casa en Gijón todas las pruebas disputadas por el piragüista catalán, doble medallista olímpico en estos Juegos de Río. Y ayer, con la gran final de K-1 200, desde luego que no iba a ser la excepción.

Solo hubo un detalle diferente. El salón de su casa se quedó pequeño. Más de una veintena de familiares y amigos se reunieron para ver la carrera. Quince minutos antes de la salida el bullicio ya era notable. Y la confianza plena en lograr un nuevo éxito. Predominaba el color rojo de la camiseta española. En cuanto Saúl Craviotto apareció por primera vez en televisión, instantes antes del inicio de la prueba, resonaron los primeros vítores y aplausos: «¡Vamos Saúl!». Y hasta los vecinos se enteraron, una vez más, de que empezaba el tinglado.

Expectación, nervios, aplausos y gritos de ánimo concentrados en poco más de treinta segundos. Los que duró la prueba. Craviotto fue de menos a más. Por un instante desapareció de la pantalla, pero nadie perdía la fe. La remontada en los últimos cien metros pareció eterna, con el final cada vez más cerca y tras cruzar la línea de meta... incertidumbre.

La llegada fue tan ajustada que hubo que esperar a la 'foto finish' para que se certificase el tercer puesto. Confirmado. Explosión de júbilo. Su mujer, Celia García, desapareció en un mar de abrazos. Poco después, más calmada, la gijonesa valoraba la medalla como «un premio a todos los que lo han estado apoyando año tras año, una pequeña parte también para nosotros». Celia también reconoció que en la salida «lo veía atrás, pero remontó y es un bronce que sabe a oro ¡es la guinda del pastel!».

El cuñado de Craviotto, Juan García, confesaba su sufrimiento durante la carrera. «Estamos aquí todos agotados, fueron treinta segundos..., ¡pero acabamos agotados!». Y finalmente, su suegro, Javier García, afirmó que vivió la carrera con un poco más de calma: «La gente joven vibra más que los viejos, que ya saltamos menos que ellos, pero es una alegría maravillosa».

La celebración, que se prolongó durante toda la tarde, continuará el próximo martes, cuando Craviotto aterrice en Asturias. Su mejor regalo, Celia y Valentina, le esperan para el reencuentro.

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