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Aginagalde (i) lucha durante un ataque español.
Alemania cierra la puerta al oro español
Balonmano

Alemania cierra la puerta al oro español

El equipo germano estableció las condiciones de una final en que los 'Hispanos' se bloquearon en ataque y se condenaron a su cuarta plata europea

Javier Bragado

Domingo, 31 de enero 2016, 00:26

Se despidió España con tristeza del Campeonato de Europa. La selección masculina fue goleada en la final (24-17) con una sensación de impotencia inesperada a un paso de lo más alto del podio. Todo se debió a que el plan de unos y otros funcionó de manera muy diferente. Alemania aprendió bien del encuentro inaugural cuáles habían sido sus errores. Su técnico, Dagur Sigurdsson, trabajó las perdidas de balón que valieron a España en el debut para ganar por tres goles y ahí fraguó su superioridad estratégica en el choque por el oro.

El islandés aplicó sus conocimientos con una escuadra renovada por la obligación de las lesiones con un grupo de deportistas jóvenes con mucha menor experiencia que sus rivales de entidad pero con hambre para superar sus predecesores. España, por su parte, sucumbió a la principal deficiencia que ha mostrado en el Campeonato de Europa: las dificultades para anotar. Con los contragolpes bloqueados por la efectividad de los adversarios y por la imprecisión propia, el destino estaba condenado en una final que siempre vieron como invitados.

La primera parte de la final fue un infierno para los 'Hispanos'. Ante la esperada defensa dura de los alemanes chocaron sin cesar y con una falta de concentración que se tradujo en ocho balones perdidos y las correspondientes facilidades para los germanos. Sólo gracias a la actuación arbitral lograron mantenerse los de españoles a una distancia no excesivamente escandalosa (7-2 fue la mayor diferencia) porque los de Sigurdsson debieron jugar en varias ocasiones en inferioridad por la exclusión de sus defensas. Pero Manolo Cadenas no encontró el camino para alcanzar el gol. Tardaron seis minutos en anotar los mediterráneos y fue gracias a un lanzamiento de siete metros por castigo a una acción sobre Julen Aginagalde. Los 'Hispanos' nunca fueron capaces de superar a los zagueros y cuando lo lograron apareció Andreas Wolff en la portería para permitir únicamente seis goles al descanso.

Al principio fue la falta de movilidad de las piezas y de la pelota de los de rojo, después la imposibilidad de que Aguinagalde rompiera a unos marcadores que sabían que era la primera opción española y después el plan B fue elegir la sorpresa porque el técnico español apostó por lanzamientos desde las zonas centrales -la faceta más débil de su equipo- con Del Arco, Cañellas y Dujshebaev. Nada funcionó con fluidez. Para mayor desesperación, las escasas pelotas que llegaron a los extremos se estrellaron en el guardameta rival y Aguinagalde regresó a los vestuarios sin marcar. Sólo la notable protección de Arpad Sterbik y sus escuderos a pesar de las dificultades para frenar a Kai Häfner (tres goles antes del descanso y siete al final) aplazó la sentencia alemana.

El segundo período transcurrió condicionado por lo vivido en la media hora anterior. Apretó España los puños en defensa, aumentó la agresividad al colocar un adelantado pero desperdició las únicas ofertas de gol por la vía fácil (dos penaltis) y remar contra corriente empezó a ser más una cuestión de testarudez que de confianza porque Wolff nunca flojeó en la portería rival. Los germanos no soltaron el martillo y su goteo de goles no sólo contuvo cualquier remontada sino que aumentó de manera progresiva su ventaja. Valero Rivera, uno de los máximos goleadores del torneo, sólo sumó uno más y fue con un golpe de castigo desde los siete metros. No hubo duelo en la segunda parte, sino penuria y procesión de pies lentos hacia el sinsabor del perdedor en el último partido. Alemania había conseguido establecer las condiciones de la final y coronarse con el correspondiente merecido premio.

España, dos veces campeona del mundo, perdió su oportunidad para conquistar su primer oro europeo ahogada por su aspectos vulnerables. También se escapó la opción de clasificarse ya para los Juegos Olímpicos, aunque ese no debería ser un problema porque disputará un torneo preolímpico en España. No obstante, el valor del segundo puesto se sitúa precisamente en su capacidad para superar sus limitaciones en un evento del más alto nivel porque la realidad es que sólo la artificial Catar podría tutear a las selecciones del Viejo Continente. Dentro de unos años se recordará a la selección de Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde, Arpad Sterbik o Joan Cañellas -los dos primeros fueron elegidos para el equipo ideal- porque se pronostica sequía con unas nuevas generaciones que tendrán complicado repetir presencia en las finales. Esta vez los 'Hipsanos' fueron goleados en Cracovia, pero en el camino superaron a Suecia, Hungría o Dinamarca. Sólo una excelente Alemania dio una lección y sorprendió a todos en el campeonato porque pocos podían imaginar que se coronarían en un torneo de locura.

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