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Viernes, 5 de diciembre 2014, 19:01
El historiador Alejandro Quiroga de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), investigador del tema de las identidades en el fútbol, aseguró que los radicales o grupos violentos en el fútbol en España han sido «tolerados» y hasta «ayudados» por los propios clubes.
El también investigador del programa Ramón y Cajal por la Universidad de Alcalá, se refirió así a la muerte de un aficionado del Deportivo de La Coruña, perteneciente al grupo ultra Riazor Blues, en una reyerta el pasado fin de semana entre hinchas radicales, lo que ha suscitado un amplio debate sobre la violencia entre aficionados de equipos de fútbol.
Quiroga, que participa en un seminario organizado por la Universidad de Santiago de Compostela para analizar la influencia del fútbol en la formación de identidades en España, indicó que esos grupos han sido «en muchos casos tolerados por los clubes, cuando no abiertamente ayudados».
«No es una violencia que caiga del cielo», observó el historiador que ha estudiado el fenómeno del fútbol en España desde el siglo pasado hasta la actualidad, y apuntó que hay «componentes identitarios en ese tipo de grupos violentos».
Además, apuntó que generalmente los ultras «están más vinculados a clubes» que a identidades nacionales, y destacó que los aficionados radicales que se citaron en Madrid el pasado fin de semana vestían símbolos de sus respectivos equipos.
«El componente nacionalista es simplemente una parte de la identidad», comentó el historiador, que participó en un seminario titulado «De Franco a Naranjito. Fútbol e identidades nacionales durante la transición a la democracia en España». Quiroga, que ha analizado la historia del fútbol en los últimos cien años, precisó que al igual que otras dictaduras de corte fascista, como la de Hitler o Mussolini, la de Franco utilizó el fútbol para forjar una «identidad española» o «su concepto de España».
Sin embargo, mientras los primeros llevaron a cabo ese tipo de ideología hasta 1945, después de la Segunda Guerra Mundial sólo España y Portugal mantuvieron en Europa ese tipo de actitudes, que «no siempre funcionaron». Precisó que desde la década de 1920 ha habido «narrativas y relatos vinculados a identidades nacionales española, catalana o vasca». «En Galicia pasa muchísimo menos, porque los equipos no son capaces de movilizar tanto durante los años de la transición», dijo el investigador.
Subrayó además que el caso del Celta de Vigo es «distinto por la población obrera importante» de esa ciudad, en la que «se desarrollan discursos antifranquistas». Al contrario, La Coruña, que en las décadas de 1930 y 1940 había sido más «abierta y liberal», hubo en reacción una «burguesía de corte franquista» que evitó la propagación de discursos contra la dictadura.
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