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El partido que nunca debió jugarse

Hinchas rojiblancos y deportivistas se hermanaron en el Calderón e intercambiaron bufandas tras una batalla campal que acabó con resultado de muerte

Ignacio Tylko

Domingo, 30 de noviembre 2014, 19:13

El ánimo de unos y otros no estaba para jugar un partido liguero matinal en el Vicente Calderón. Cuando los jugadores del Deportivo y del Atlético salieron a calentar, casi todos estaban más atentos a las informaciones que llegaban sobre el estado de salud de un seguidor coruñés del que en ese momento se desconocía su identidad que a los estiramientos y a la preparación de un partido que nunca debió jugarse pero se celebró por falta de sensibilidad, ineptitud de los dirigentes, nula capacidad de reacción y las habituales interpretaciones diferentes que hacen de la realidad la Federación Española y la Liga de Fútbol Profesional.

En la grada, los aficionados se miraban y no daban crédito a lo ocurrido. Ningún ser medianamente racional puede entender que por mucha rivalidad deportiva, social o política que tengan, unos hinchas se citen a través de internet para molerse a palos a las nueve de la mañana de un domingo en la capital. O que, en el caso de que prosperase la teoría de la emboscada, neonazis del Atlético esperasen a los radicales de izquierdas del Deportivo con palos y armas blancas en la mano. Al filo del mediodía, aún se desconocía la participación en la reyerta de Bukaneros del Rayo y Alkor Hooligans del Alcorcón, quienes comparten ideario con los Riazor Blues.

Los profesionales estaban descentrados y los aficionados consternados, asustados y cariacontecidos. No había ganas de espectáculo, ni de ocio y disfrute. "En el estadio éramos conscientes de que algo sucedía pero tampoco sabíamos hasta qué punto era el alcance. Sabíamos que había sido un enfrentamiento terrible pero no teníamos una información muy exacta de lo acontecido. A nosotros nadie nos planteó la posibilidad de suspender el partido y tampoco los futbolistas están autorizados a tomar esa decisión. A lo mejor no se tenía que haber jugado, pero nosotros somos unos mandados", explicó tras el choque Víctor Fernández, técnico deportivista. Simeone, en cambio, se mostró dolido por la situación, achacada más a "un problema más social que deportivo", pero dijo no tener argumentos reales de lo que estaba pasando y reconoció que no se habló de aplazar la cita.

Durante el choque, algunos hinchas deportivistas irrumpieron desde el segundo anfiteatro del Fondo Norte del Calderón al grito desgarrador de "asesinos, asesinos", dirigidos a los seguidores del Frente Atlético, ubicados justo al otro lado, en la grada baja del Gol Sur. Cuando el Frente Atlético inició sus habituales cánticos en apoyo al equipo de Simeone, el resto de aficionados colchoneros les abucheó. Más tarde, hubo hermanamiento, aplausos y hasta intercambio de bufandas entre seguidores sensatos de ambos equipos. Imágenes de emoción y ojos humedecidos por las lágrimas de rabia e impotencia.

En el terreno deportivo, como casi siempre, el fiable y rocoso Atlético, construido a imagen y semejanza del Cholo, resolvió a balón parado, con goles de Saúl Ñíguez y Arda Turan, el duelo más dramático. Mientras el campeón y un Deportivo con alma pero sin argumentos competían sobre el césped en buena lid, 'Jimmy Romero', el veterano ultra de Los Suaves, facción de los Riazor Blus, se debatía entre la vida y la muerte en el Hospital Clínico. Su fallecimiento se conocía poco después de que acabase el encuentro, pasadas ya las dos de la tarde. Antes, por la megafonía del estadio se pidió a la afición visitante que permaneciera en sus asientos hasta salir escoltada. ¿Hubiera sido más peligroso suspender el partido cuando el campo estaba casi lleno? Es una pregunta coherente, pero el cuerpo no le pedía jugar a nadie.

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