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javier asprón
Miércoles, 15 de junio 2016, 23:25
El día después de la victoria ante la República Checa, el partido que marca un antes y un después en la portería de España, Íker Casillas sigue siendo protagonista involuntario. Las cámaras le buscan, los periodistas vigilan cada uno de sus movimientos. Se le quiere intuir un mal gesto, algún desplante. Pero no los hay. El capitán sigue siendo líder fuera del campo. Desde dentro de la selección española resaltan la admirable reacción del guardameta al conocer y asumir su suplencia en la Eurocopa. Ayer, en el regreso del equipo a los entrenamientos en la Isla de Ré, Casillas saltó al campo de los primeros (solo se le adelantó Koke), charló con el rojiblanco mientras se incorporaban el resto de compañeros y participó de forma activa en los rondos que se forman antes de que Del Bosque les llame a capítulo. Sonrió y bromeó con todos, se abrazó a Jordi Alba y cuando empezó el entrenamiento se unió a Ochotorena, entrenador de porteros, y a sus dos compañeros de fatigas, De Gea y Sergio Rico. Casillas participa del buen ambiente general que invade a la selección. Sin discusión ni matices.
Cuentan que Del Bosque le ha dado no una, sino mil vueltas al tema de la portería antes de tomar la decisión de apostar por De Gea. De hacer lo que él mismo llamó la «dulce transición». Los primeros avisos los dio durante la fase de clasificación, cuando empezó a alternar a sus dos guardametas. Los partidos gordos, para Casillas. Los más fáciles, para de Gea. Pero algo cambió en la concentración de marzo, donde España debía disputar sendos amistosos ante Rumanía e Italia. Allí el premio gordo, la selección «azzurra», se lo llevó De Gea.
Desde entonces, Del Bosque ha ido perfilando esa idea, un cambio no exento de polémica, como se ha comprobado después, por la enjundia del protagonista perjudicado, el capitán de la selección desde 2004 y el hombre con más internacionalidades en la historia de la selección. Una leyenda. Por eso Del Bosque no ha querido hacer ningún movimiento sin consultar con Casillas. Desde el primer momento fue claro con él y le expuso la posibilidad de ser suplente en Francia. La respuesta del guardameta del Oporto le animó: «Míster, cuente conmigo para lo que sea».
Líder desde el banquillo
Casillas no quería faltar a su cuarta Eurocopa pese a la posibilidad de verla desde el banquillo, entre otras cosas porque el seleccionador le convenció de que su presencia seguía siendo muy importante para la cohesión del equipo, algo en lo que insistió el lunes. «Desde el banquillo también nos puede ayudar», expuso.
Y así fue. Casillas salió al campo serio, encerrado en sus propios pensamientos. Tal vez tratando de digerir su nuevo rol. Pero eso fue hasta que empezó el partido. A partir de ahí animó a los once del campo. Saltó con el gol de Piqué y al acabar el partido fue de los primeros en abrazarse a De Gea.
«No es momento de decir quién va a jugar el próximo partido. El debate es sano», dijo Del Bosque tras el partido. Será difícil que el técnico cambie de idea y de portero a partir de ahora, pero los quiere a ambos preparados. Uno jugará. El otro, tal vez, tenga que levantar su tercera Eurocopa porque así lo exige el brazalete.
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