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ELCOMERCIO.es
Jueves, 21 de enero 2016, 04:46
Vanesa tiene 37 años y es camarera. Geisler, cubano de nacimiento, se instaló en España en busca de un futuro mejor. Viven en Avilés. Llevan casi tres años juntos, pero apenas fueron felices durante tres meses de relación. A los problemas «normales de una pareja» se unieron después los problemas económicos y la enfermedad de la madre de Vanesa. Todo se complicó hace un año cuando ella le fue infiel. «O me perdonas o te largas. No me pienso pasar ni un día más llorando por lo de los cuernos», sentenció ella ante los continuos reproches de Geisler, incapaz de superar su 'desliz'. «No consigo olvidarlo. Hasta que entienda por qué lo hizo...».
Para sacar adelante su relación, la pareja decidió recurrir a la ayuda de 'Mejor llama a Pilar', el programa de 'coaching' para parejas de Cuatro. Pilar Cebrián sacó a relucir sus problemas con una visita a la mina de Arnao para intercambiar reproches en forma de carbón. «Parad. Seguís sin escucharos», cortó tajante la conductora del espacio tras enzarzarse la pareja en una nueva discusión.
Incapaces de acercar posturas, la 'coach' trató de acercase por separado a cada uno de ellos. Para convencer a Vanesa de su necesidad de «bajar la guardia», el programa se trasladó a una piscina. Ella, que no sabe nadar, tuvo que resistir en una colchoneta que perdía aire. «Sigues sin pedir ayuda aunque te estás hundiendo». En la playa de Xagó, Geisler, mermado por la distancia con su familia, los apuros económicos y su baja forma física, tuvo que hacer yoga en una tabla de surf y tomar sus primeras olas como método para empezar a recuperar la confianza en sí mismo.
Su límite llegó cuando Pilar obligó a Vanesa a enterrar a Geisler en la arena. «Con cada palada que eches sobre él le explicarás cuáles son esas frases que tanto te molestan de él». Tras varios reproches, el jóven respondió: «Son las consecuencias de la traición. ¿Qué pensabas que eso lo hacías y ya?».
Unos días después de la terapia, la pareja se reencontró para analizar su evolución. La última prueba, mirarse cuatro minutos seguidos a los ojos. «Me siento incapaz de mirarla con ese odio que tenía antes», concluyó Geisler. En el puerto deportivo de Gijón, la pareja volvió a verse para tomar una decisión: seguir con la relación o dejarlo para siempre. «Voy a renunciar a ese Geisler gritón, malencarado, faltoso. Confío en ti».
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