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MIGUEL ROJO
GIJÓN.
Martes, 8 de agosto 2017, 10:20
No buscaba ser una estrella, pero brillaba tanto que no pudo evitar convertirse en una de ellas. Juan Carlos Cadenas (Gijón, 1967-2017), violonchelista de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), aparecía ayer sin vida en su casa de Gijón. Su corazón dejó de latir sin que nadie se lo esperase, dejando rotas a dos familias, la suya y la de la música clásica asturiana, a quien se le cortaba la respiración según se iba enterando de la noticia. Todos aquellos que lo conocían no tienen más que palabras de cariño hacia él. «Músico excelente, gran persona, perfecto compañero...» Son tan solo algunas de las frases que se podían recoger al hablar con colegas, directores de orquesta o amigos, que no podían creerse aún su repentino fallecimiento.
Cadenas empezó su formación musical, como tantos otros músicos asturianos, en la Escolanía de Covadonga, que le sirvió de trampolín hacia formaciones musicales como la Orquesta Sinfónica de Asturias (OSA). De ella nació la actual OSPA, y aquel 12 de mayo de 1991 en el que ofrecieron su primer concierto, ya estaba allí 'Carli' -así le llamaban todos-, que también completó sus estudios de música en Estados Unidos, «donde se lo rifaban», recuerda el director Óliver Díaz, uno de sus mejores amigos. Desde entonces, su trayectoria ha sido intachable, estando presente no solo en las citas de la sinfónica asturiana en la Ópera de Oviedo, los Conciertos del Auditorio, la Fundación Príncipe o 'El Mesías' de la Catedral de Oviedo, sino también en formaciones paralelas como el cuarteto Stendhal o dando clases magistrales por toda España, impartiendo lecciones a chavales más jóvenes, puesto que 'Carli' era de los que gustaba de compartir sus conocimientos, sobre todo con los más jóvenes. Inmensamente culto, con gran sentido del humor, enamorado del cine antiguo, de la pintura, de la arquitectura, era de conversación ágil, cariñoso con sus compañeros, amable y tenía un gran sentido del humor. «Es una pérdida irreparable para la música asturiana», resumía Aarón Zapico, compañero en la OSPA y director suyo en varias ocasiones. Refuerzo habitual de la Oviedo Filarmonía (OFIL), de la extinta Orquesta Sinfonica de Gijón (OSIGI) o de la del Palau, solo por mencionar algunas, Juan Carlos Cadenas era un músico de los pies a la cabeza.
Óliver Díaz recordaba ayer los tiempos en los que compartían atril en un grupo de cámara, antes de que naciese la OSPA. Le describe como «una persona excepcional, en todos los sentidos», y aunque dice por delante que nada malo podría decir de su amigo, sí afirma rotundo que «sigue siendo uno de los músicos más talentosos que he conocido nunca, pero también una persona carismática, cariñosa y de una cultura descomunal». Explicaba que Juan Carlos Cadenas «hubiese podido hacer la carrera musical que quisiese, tocar en cualquier lugar del mundo, pero él era feliz aquí, en Gijón, con sus amigos, y en la OSPA. Benjamin Bayl, quien fuera director de la sinfónica asturiana, enviaba también su pésame a la familia y a la orquesta, recordando que «siempre ha sido un gran placer hacer música con él».
Resumía la jornada con el corazón en un puño Ana Mateo, gerente de la OSPA. «Es un día muy difícil, muy duro y triste, porque le queríamos mucho, era un talento desbordante y en la OSPA estamos todos intentando asumir la noticia, es un vacío imposible de llenar». Una vez se conozcan los resultados de la autopsia para confirmar las causas de su muerte, se dará a conocer la fecha y hora del funeral.
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