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ALBERTO PIQUERO
Domingo, 26 de febrero 2017, 02:03
«Venimos de dormir poco, porque ayer estábamos en Amsterdam», explicó ayer Rozalén (Albacete, 1986) a su público asturiano. Pero no hacía falta, porque la manchega, que todavía no se cree lo que le está pasando en el planeta musical, con un par de discos de oro girando alrededor de sus dos primeros álbumes, ofreció ayer un concierto en Gijón en el que estuvo pletórica de voz y de simpatía, como acostumbra.
Fue un muestrario de canciones desplegado con maestría en un Teatro de la Laboral que rozó el lleno. Tanto del más reciente trabajo, 'Quién me ha visto... y quién me ve' como del precedente, 'Con derecho a...', pues la cantautora manchega es cultivadora de los puntos suspensivos...
Dice que la música era para ella un 'hobby' y que pasar de los pequeños conciertos en cafés a los grandes escenarios a veces le depara sorpresas, incluyendo su 'Photocall' (una de las canciones que brindó en la velada sabatina, llena de la ironía que se filtra en muchas de sus letras, mucho más cuidadas de lo que podría parecer a un despistado). Pero algo ha de tener el agua de sus melodías para que tanta gente la bendiga para que de la noche a la mañana sucediera que diera el salto de los festivales benéficos a artista preferente de una multinacional, multiplicando su '80 veces' (otro de los temas de la noche, perteneciente al primer álbum, historia de desamor muy rítmica que dejó para la desembocadura de la función) por 80.
Y que en el tránsito hayan ido cimentando su canto desde Joaquín Sabina y Alejandro Sanz a Víctor Manuel -que la llevó consigo a lo largo de toda la gira de '50 años no es nada'- y Luis Eduardo Aute, de quien brindó una de sus composiciones más conmovedora, profética y demoledora, 'La belleza'. Cuenta Rozalén que las canciones de Aute, «mi maestro favorito», fueron las primeras que sonaron en su guitarra. Y todos estos colegas de largo y extraordinario recorrido se confiesan devotos de la albaceteña. Así que, lo dicho: tendrá que empezar a creérselo. Aunque el modo en el que transmitió su arte a su público asturiano rezumara naturalidad, cercanía, una especie de sentimiento de andar por casa. Que en nada mengua la altura excelentísima de la oferta, que para la ocasión estuvo precedida por el sonido impecable de los asturianos Alberto&García.
Secundada por lo que llama su «cuerpo de baile», Beatriz Moreno traduciendo a la lengua de signos sus interpretaciones -se hacen cómplices de forma maravillosa- y junto a la banda cuya dirección musical corresponde a Álvaro Gandul, que se ocupó de los teclados, y las guitarras de Ismael Guijarro y Samuel Vidal, empezaron a caldear el ambiente mediante la contagiosa 'Ahora', seguida de 'Photocall', 'Será mejor' -mucho más calmada, pero de lectura también traviesa- o 'Berlín', que ha sido partitura inserta en la película de Nacho G. Velilla, 'Perdiendo el Norte', poniendo la mirada en la emigración juvenil, «tan lejos del plato en la mesa».
Después, un cuento, 'Las hadas existen', «aunque muchos no sepan verlas», a la que acompañaron cinco de sus admiradores más jóvenes sobre el escenario y alguno no pudo contener las lágrimas . «¡Viva Asturias!», rubricó Rozalén. O la sensibilidad profunda de 'La belleza'.
Sumando claves revoltosas camino adelante en 'Me arrepiento', que «la única que es dueña de mi vida soy yo misma», dibujando las penalidades de 'Los artistas' o animando el color de la cumbia en 'Somos', el patio de butacas, con las palmas al compás, se convirtió en una fiesta total. Porque los géneros musicales fueron tan plurales como singular la ironía de muchas de las estrofas.
Y todavía aguardaba una sorpresa, porque al escenario salió Marisa Valle Roso, invitada de lujo y querida amiga de Rozalén para cantar a dúo 'La llorona' y hacer magia juntas, con la manchega también a la guitarra.
Así que nada mejor para ir cerrando que 'Saltan chispas'. Saltaron chispas también en los constantes aplausos que rodearon una actuación en la que lo artístico y lo divertido fueron de la mano del talento. Y, así, ante una admiradora que insistía en llamarla «guapa», respondió: «No, yo lo que soy es graciosa, que también así se liga». Antes de los bises, hubo una ovación más que clamorosa que compensó con 'Vuelves' o 'Comiéndote a besos'. Apoteosis completa: esta chica tiene que acabar creyéndoselo.
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