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Arriba, Alejandro Hidalgo, Hugo Manso, Isabel Marcos, Ana García, Jorge Moré, Claudia Sordo, Ignacio González y Rebeca Tassis. Abajo, Sergio Gayol, Ángela Tomé y Carlos José Martínez, miembros de Teatro del Cuervo.
Shakespeare se hace musical familiar

Shakespeare se hace musical familiar

Con músicos sinfónicos y de rock and roll como acompañamiento pregrabado, subirá al escenario a diez actores en una propuesta que se anuncia «sorprendente»

M. F. ANTUÑA

Sábado, 30 de abril 2016, 00:38

Todo un clásico de Shakespeare convertido en teatro musical para público familiar. 'El sueño de una noche de verano' que Teatro del Cuervo estrenará en octubre en el Jovellanos de Gijón promete ser de todo menos convencional. Se anuncia «sorprendente» el proyecto que este 2016 se ha hecho con la edición número 11 del Premio Jovellanos de Producción, dotado con 21.000 euros, que subirá a escena a una decena de actores.

«Una propuesta estética arriesgada que contempla varias disciplinas artísticas con un planteamiento plástico coherente y atractivo». El jurado del galardón, presidido por Teresa Sánchez, directora del Teatro Jovellanos, valoraba así la producción ganadora, que se impuso sobre los proyectos de Ververemos Teatro, Zig Zag Danza y Producciones Nun Tris.

En el año Shakespeare, el dramaturgo británico se traduce al lenguaje de la música y la danza y se le da una lectura para toda la familia. De ocho a cien años es el potencial público al que dirige Teatro del Cuervo una propuesta que lleva ya tiempo latente en el tintero, que empezó como algo pequeñito y que se ha hecho muy grande. Ha ido aunando voluntades, sumando fuerzas y ya antes de que se le adjudicara el galardón se estaba ensayando en la confianza absoluta de que funcionará.

Sergio Gayol se encargará de la dirección y no tiene dudas. Afirma incluso que la dramaturgia -también suya- que se adaptado para la ocasión, la música compuesta por Carlos José Martínez y las coreografías de Rebeca Tassis dicen incluso más de lo que dejó escrito el propio Shakespeare en la célebre obra.

Jugando al juego de palabras, José Carlos Martínez, profesional curtido en los musicales madrileños, lo dice todo: «Era un sueño». Y ya empieza a hacerse realidad. Porque los temas del musical están compuestos y la música grabada. Son dieciséis números musicales en los que ha jugado incluso con la prosodia de la obra original en inglés por puro deleite melódico. Hay de todo: temas al más puro estilo Disney, rhythm & blues, homenajes a Michael Jackson y Queen, el sonido de Mark Knopfler en 'Local Hero', más de un guiño british... O sea, pop, rock, baladas.

Los actores cantarán en directo sobre el escenario pero la música está ya pregrabada. Dieciocho músicos sinfónicos han pasado ya por el estudio, y a ellos se han unido después las bibliotecas de sonido que dan mayor volumen a la composición de Martínez. Es decir, con 18 músicos se crea el sonido de una orquesta sinfónica. Pero hay más. A ellos se suma una banda de rock and roll: se van a oír siete guitarras, dos baterías, bajos, pianos, mandolinas... En los estudios de Carlos Stro se ha obrado el milagro que ayer mismo escuchaba por vez primera el elenco actoral. «Os vais a sorprender, no tiene nada nada que ver con lo que habitualmente se produce en España», avanza Carlos José Martínez, que saca pecho por el montaje en el que trabajan con entusiasmo desmedido. En el plano escenográfico, la idea pasa por crear efectos a través del video mapping. Se cuenta con Azucena Rico para que se ocupe del vestuario y el equipo se amplía en todos los frentes escénicos.

Son ambiciosos. Muy ambiciosos. Barajan un presupuesto de entre 38.000 y 40.000 euros y el proyecto busca el éxito y la viabilidad económica, que guste y se vea, que se exporte y que llegue lejos, por eso se ha apostado por un formato familiar, por un Shakespeare para todos los públicos que pueda tener distintas lecturas para niños y mayores. Tal es la apuesta por la visibilidad que no solo se va a montar para que se pueda representar en teatro italiano, sino que estará listo para adaptarse a otros espacios no convencionales. «Y si nos llaman del Festival de Mérida, pues allá vamos», afirma Sergio Gayol con una sonrisa de oreja a oreja.

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