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Un momento de la representación en Oviedo de 'Los diamantes de la corona'.
Magia teatral y fantasía musical en el Campoamor

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Grandes aplausos para 'Los diamantes de la corona', de Barbieri, el tercer título de la temporada ovetense de zarzuela

RAMÓN AVELLO

Miércoles, 20 de mayo 2015, 00:23

Las cosas buenas, aunque se repitan siempre son bienvenidas, y, además, nunca cansan y siempre sorprenden. En el Campoamor se había representado hace cuatro años esta producción de 'Los diamantes de la corona', de Barbieri, producida por el Teatro de la Zarzuela bajo la dirección de escena de José Carlos Plaza. Una bella escenografía de Francisco Leal basada en la estética goyesca del siglo XVIII y adaptada con exquisito gusto teatral refuerza las virtudes y suaviza algunos defectos del tercer acto de la obra. El primer acierto de José Carlos Plaza es podar el texto, en aras de la agilidad narrativa. El segundo es darle a la zarzuela un sentido que se acerca a un cuento teatralizado bajo la perspectiva del 'teatro dentro del teatro', buscando en todo momento la complicidad del espectador. Los juegos de luces, los recortables de cartón piedra, recrean una atmósfera de cuento que hilvana los tres ambientes en los que se desarrolla la obra: la cueva de los bandoleros, el palacio del conde de Campomayor y el Palacio Real de Lisboa.

Oliver Díaz, al frente de Oviedo Filarmonía y la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, ofreció una versión muy compacta y muy cuidada en los aspectos tímbricos, especialmente con el juego de los instrumentos de viento. Por otra parte, resalta las dinámicas, buscando contrastes de intensidad tanto en el coro como en la orquesta. La Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo es coprotagonista, adquiriendo múltiples formas: coro de bandoleros, de monjes de soldados, de cortesanas... Una actuación muy buena del coro ovetense.

Respecto a los solistas, Fernando Latorre, en el papel de Rebolledo, voz potente y buen actor. Ricardo Muñiz destaca por su vis cómica, creando un personaje bufo muy frecuente en las zarzuelas posteriores. Cristina Faus, como Diana, estuvo un poco forzada en los registros más agudos pero destacó en el dúo 'Si decirle me atreviera', con Carlos Cosías. Respecto a este tenor cantó con buen sentido lírico ya desde su primer aria, la italianizante 'Que estalle el rayo, que brame el trueno'.

María José Moreno canta mucho mejor de lo que recita. Sus números más aplaudidos fueron el bolero 'Niñas que a vender flores vais a Granada', con Cristina Faus y la difícil romanza 'De qué me sirve, oh cielo', donde superó con nota la parte agudo y estuvo especialmente expresiva, con 'bravos' incluidos. Una obra muy agradable de oir y con un virtuosismo escénico interesante e ingenioso. Muchos aplausos de un teatro lleno hasta la bandera.

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