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PACHÉ MERAYO
Jueves, 26 de enero 2017, 00:09
En el mismo Café Gijón que hace unos meses le dio una de las mayores alegrías de su vida, al otorgarle el premio que lleva su nombre, hizo Isabel Bono el primer encuentro público con su libro galardonado bajo el brazo. Sujeta Bono 'Una casa en Bleturge', que «ha editado con el mayor de los mimos y el mejor de los gustos Siruela», como si fuera parte de sí misma. «Vengo de la editorial, de dar las gracias a todos. A los maquetadores, a los diseñadores. No han podido hacer un trabajo mejor. Te caen los lagrimones de lo bien que ha quedado el libro», dice esta malagueña del 64 camino del café y de los micrófonos que la esperaban para contar los vericuetos de su novela. La primera que ve publicada y la primera que pone en su lista, aunque confiesa que tiene otras seis escritas.
Lleva 'Una casa en Bleturge' una semana en la calle. Solo siete días y en ese tiempo, «asomando en todos y cada uno de los escaparates de Andalucía», ya ha logrado superar los 5.000 ejemplares de la primera edición. «Me acaban de decir que vamos a por la segunda. No puedo estar más feliz».
Ya en el Café Gijón esperan a esta narradora en la que el jurado vio la poesía rezumando su prosa, la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Ana Monserrat López, y los escritores y miembros del jurado Mercedes Monmany y José María Guelbenzu. Ambos volvieron a repetir los elogios con los que meses atrás argumentaban el premio. «La de Isabel Bono es una escritura limpia y poética, en la que se manejan temas dolorosos e intocables. En la familia hay tabúes que se suelen mantener, como el del cariño a pesar de las grandes disputas. En realidad, esta novela habla del pozo profundo que es la soledad», explicó Monmany.
'Una casa en Bleturge', que aborda los problemas de una familia que tiene que afrontar la tremenda pérdida de un hijo, se alimenta de lo que su autora considera el «tabú de hablar de la familia», que tiene su origen en que «nos echan a vivir con personas a las que hay que querer por narices, y a veces te llevas muy mal».
Bleturge es, precisamente, el lugar al que acude la protagonista de la novela para salvarse de la cotidianidad que le abraza tras la pérdida y las culpas. «Es un refugio aunque sea un descampado, porque si tú te sientes triste te puedes acompañar con un paisaje o algo que también sea triste y sentirte mejor».
Para Isabel Bono, que definió ayer su libro como la caja de «una historia pequeña» en la que la familia es un hilo inagotable. Un tema del que parecía que «ya lo habían dicho todo Shakespeare o Dostoievski, pero del que yo también quería aportar mi mirada».
Tras asegurar que a ella más que escribir lo que le gusta es «vivir en gerundio», es decir, «estar escribiendo», contó que su manera de encarar la historia fue «caótica, empecé con fragmentos sueltos que iba escribiendo y luego encajaba». Los ponía sobre la cama buscando su cohesión, «como si fuera un 'patchwork', con miedo a que no encajaran». Pero está claro que lo hicieron.
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