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Llorente, rodeado de 'quijotinos'.
«El Quijote es la honestidad  de los sueños y algo bello»

«El Quijote es la honestidad de los sueños y algo bello»

Pedro Llorente Pintor

DIEGO MEDRANO

Lunes, 23 de enero 2017, 00:46

Pedro López Llorente (León, 1949) tuvo largo pasado profesional dedicado a la docencia (Filosofía) en buena parte de los institutos de la región (Oviedo, Sotrondio, La Felguera...) hasta su jubilación artística y no menos esperada. Al recibir esta última, llegó el momento de su auténtico devocionario, Cervantes y El Quijote. Dibuja (lapicero o bolígrafo, a veces acrílico) entre seiscientos y ochocientos 'quijotinos' al año. Muchos los regala, otros los vende, y tras efímeras exposiciones fuera de Asturias parte de su obra comienza en Oviedo a invadir bares, galerías de arte, tiendas de todo pelaje, ultramarinos, un sinfín de horizontes. Llorente es sarcástico, tiene «la alegría del anarquista o no integrado», según sus propias palabras y hablamos de todo ello frente a sus criaturas tristes, ojerosas y barbadas, delgadas y profundas, tan sorprendentes.

Podría empezar por alguna anécdota de su profesión...

Fui muchos años profesor de Filosofía, sí, y mi mejor instituto fue el de Ventanielles, en Oviedo. Hacía un pequeño descanso a mitad de la clase y mi único objetivo era el aprobado general. Que todos supieran lo que se explicaba y que nadie se quedara sin dudas. Reforzaba en recreos a todo aquel que quisiera y mis alumnos me abrazan y me quieren allá donde me encuentran. Ventanielles, de aquélla, era el mejor en los resultados de pruebas de acceso a la universidad. Es siempre el chico humilde, de pocos recursos, el que se espabila y sabe lo que quiere en la vida; el otro, el que lo hereda, se adocena y pierde el tiempo al no tener nada por lo que luchar...

¿Cómo explica el humor cervantino?

Es muy fácil. Cervantes se ríe con un cojo y Quevedo se ríe de un cojo. Ahí está todo. Cervantes es ternura, es esperanza y es la lucha contra una sociedad corrupta, lo mismo que ahora con Bárcenas y otros caraduras. El Quijote es la honestidad de los sueños, y algo muy español y bello, la obsesión por el amor eterno. Don Quijote es el principal heterodoxo de nuestra tradición, y la gente, en lugar de 'jesucristos' colgados, tiene que tener 'quijotinos'. Por eso me piden tantos.

Se define como anarquista y leonés.

Lo fui en mi juventud; y lo segundo lo soy de nacimiento, pero soy mucho más astur. Nací muy cerca de Lancia, origen de los astures. No soy cazurro. A algún amigo le digo: tú eres 'astur' y 'ano', yo sin él. No soy astur por el culo (Risas). Reivindico la lucha y pasión por Don Quijote, se ha hecho más por él en el extranjero, a través de un sinfín de hispanistas, que en su propia tierra. Es la auténtica 'marca España'. La gente tiene que despertar ya...

¿Cómo se aborda el Quijote?

Umberto Eco era quien hablaba de la biblioteca como garantía del saber, pero también como bodega, donde no hay que bebérselo todo. Eso no es racional. La aproximación al Quijote debe ser paulatina, por capítulos, amable, diaria, cercana, porque es un libro inagotable. Uno no entra en la bodega y se la bebe entera a lo bruto: busca botellas para momentos especiales y otras para festividades. ¿Por qué no hacer lo mismo con las palabras? Cabrera Infante tenía treinta mil libros en su casa y cuando le preguntaban si los había leído todos, respondía en coña: «Sí, pero solo una vez».

Habla de un Quijote no literario...

La obra de Cervantes influyó inicialmente en la literatura, y se fue ampliando a otras artes como la pintura, el teatro, el cine. Mira todos los ilustradores del Quijote: Dalí, Picasso... Me quedo siempre con el más pobre: Doré.

Deme pruebas de que el Quijote hoy sigue vivo.

El libro de Cervantes es el segundo más traducido del mundo después de la Biblia. El exministro israelí Ben-Gurión aprendió español para leerlo: son miles los que cada año hacen esa travesía del desierto. El libro no deja de reinventarse, incluso hay una versión manga. Vete por las tiendas, existen miles de juegos de ajedrez, parchís, tres en raya, cromos con su temática. Sus frases célebres («Dad crédito a las obras y no a las palabras» o «Cada uno es hijo de sus obras») forman parte constante del acervo. Es el único personaje de la historia que ha dado lugar a una tipología, según la Real Academia: «Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo». Hasta Julio Iglesias, coño, tiene una canción: 'Quijote'.

Convénzame con una visión seductora de la obra.

La de Francisco Rico. Explica cómo el libro está hecho a pedazos, con historias grotescas, sentimentales, donde lo más importante es la multiplicidad de elementos y que de ahí se puedan extraer segmentos significativos. Rico dice que hoy no leemos más que fragmentos de cosas y que la cultura clásica también debería ser eso: pequeños fragmentos significativos, procurando establecer referencias entre ellos y situar los asuntos menudos en contextos más amplios. Un consejo último: empezar por la segunda parte, es más sencilla para los novatos. Con dos momentos gloriosos en todo el texto: la aventura de los galeotes y la vuelta de Alonso Quijano a la aldea tras ser derrotado en Barcelona. Lope se reía de la novela por su carácter humorístico, eso no puede pasar hoy día. El humor es lo más serio.

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