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AZAHARA VILLACORTA
Sábado, 19 de marzo 2016, 00:47
El escritor Juan Pedro Aparicio (León, 1941, pero langreano de corazón porque su madre nació en Pola de Siero y se crió en Sama) se alzó ayer con el XXII Premio Internacional de Ensayo Jovellanos con 'Ensayo sobre el desamor a España', que indaga en los motivos que generan la conocida incomodidad nacional de sentirse español. Elegida entre las 159 que se presentaron este año, la obra de quien también fue Premio Nadal de Novela en 1988 propone, según el jurado, «una interpretación distinta de nuestro pasado», además de «analizar las conjeturas que se han vertido sobre el desafecto a España». Y, así, entre sus páginas, se dan cita las opiniones de pensadores como José Álvarez Junco, Ortega y Gasset, Caro Baroja, Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro, que, desde diversas perspectivas ideológicas, analizaron el historia de España «para tratar de entender las causas del alejamiento de la idea de unidad nacional».
-Qué poca autoestima tenemos.
-Sobre todo, cuando nos comparamos con los de fuera. Les pasa incluso a los más patrioteros.
-Si miramos a nuestra clase dirigente, ¿no está justificado el desamor?
-Pues hasta cierto punto sí, pero es algo que viene de mucho más atrás. Lo que he pretendido con mi trabajo es indagar en la razón más profunda de todo eso. Y está en un concepto equivocado de nosotros mismos. A los españoles, los grandes prebostes nos han dicho cosas que no eran. Y tenemos cosas grandiosas en nuestra historia que los poderes tradicionales no han querido que salieran. Como las Cortes leonesas de 1188, a las que acudieron los hombres buenos de Oviedo y donde nació el parlamentarismo en el mundo, bajo del reinado de Alfonso IX. Pero ese rey, el último de León, fue excomulgado tres veces por la Iglesia, que es la que hace santo a su hijo, Fernando III, Rey de Castilla. La Iglesia siempre metiendo baza. El secreto de España se encuentra en la Edad Media.
-¿Quiénes y por qué nos han ocultado nuestra verdadera naturaleza?
-Los que han querido que tengamos a España embarcada en empresas sobrenaturales. Pues no: España es algo mucho más pegado a la tierra. A más cercano, menos dado a empresas espirituales que, al final, siempre son religiosas.
-Sostiene, por ejemplo, que la preeminencia de Castilla en el devenir histórico ha desvirtuado nuestra naturaleza plural.
-Así es. Ahí introduzco un neologismo que es 'Casti-España'. Efectivamente, España no es España. Su historia es la de 'Casti-España'. Como decía Ortega, Castilla ha hecho a España y también la ha deshecho. Y ha salido con algún problema grave.
-¿Como cuáles?
-Un déficit democrático histórico y una falta de reconocimiento a su pluralidad. Igual que el idioma que hablamos, que es el impuesto por Castilla. Cuando nos piden un marchamo de calidad democrática, nosotros no los encontramos porque están falseados. Por ejemplo, no es verdad que El Cid sea un héroe democrático.
-¿De aquellos polvos estos lodos catalanes, Corona de Aragón?
-Probablemente. España tiene zonas muy características: una sería la oriental y otra la occidental, en la que estamos nosotros. Pero, evidentemente, 'Casti-España' reduce mucho el espacio para sentirse a gusto.
-¿Tienen razón en sus reclamaciones independentistas?
-No. Cataluña, como también decía Ortega, tiene un particularismo egoísta que es duro de soportar porque estamos en un momento en el que las sociedades modernas son otras. A ellos parece que la solidaridad les escuece. Porque, al fin y al cabo, plantean lo que plantean los italianos del Norte: nosotros somos ricos, queremos seguir siendo los más ricos y a los demás que les zurzan.
-Y asegura también que «necesitamos desprendernos de esas ideas ineptas y a menudo grotescas que ocupan nuestras cabezas».
-Esa es una frase de Ortega que a mí me viene muy bien porque, efectivamente, hay que desprenderse de ellas para tener una imagen adecuada. Y eso es lo que yo intento a lo largo de las casi 200 páginas del libro.
-¿Tópicos como que los vascos son cebezotas y los andaluces vagos?
-Los andaluces tienen la historia más peculiar de España. Andalucía fue la gran provincia del Imperio romano, la Bética, muy rica y muy culta, y lo que sorprende es que haya acabado siendo esta región empobrecida de España, con este paro. Quizá La Reconquista les marcó de manera negativa.
-También España fue un imperio donde no se ponía el sol y se ha quedado a la cola de Europa.
-Fue un imperio poco inteligente. No me interesa.
-¿Y Asturias?
-El amor al terruño de los asturianos es muy bonito porque siempre piensan en lo universal. Igual que en la guerra. Siempre quieren cambiar el mundo pero se olvidan de sí mismos. Nunca abandonan el espíritu solidario. Piensan en la humanidad, en el hombre con mayúsculas. Pero como no tienen un componente mínimo de egoísmo para atropar para ellos, se quedan sin nada. Por eso yo me identifico mucho con ellos. Hoy lo que deben primar son los valores humanistas. Hay que profundizar en la democracia. Yo trato, con mi libro, de contribuir a que nos entendamos mejor, a saber que hay valores accesibles que estaban en nuestra historia pero que nos han censurado. España ha sufrido muchas censuras. Los que vivimos el franquismo tenemos esa enseñanza muy bien aprendida porque casi nos llevó a la Edad Media con una censura atroz, total y absoluta.
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