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ANA SOLÍS
GIJÓN.
Martes, 19 de septiembre 2017, 02:02
Entre agradecimientos y aplausos dieron comienzo ayer los actos en memoria de los Niños de la Guerra. Aquellos 1.100 pequeños que, hace 80 años y huyendo de la Guerra Civil, partieron desde El Musel en busca de un futuro. Muchos agarrados a las manos de sus padres, muchos otros huérfanos. Todos sin nada que perder porque ya lo habían perdido todo. 'Los Niños de la Guerra cuentan su vida, cuentan su historia' es la exposición que ayer fue inaugurada en el Centro de Cultura Antiguo Instituto y que se podrá ver hasta el sábado. Organizada por la Asociación Lázaro Cárdenas y el Ateneo Obrero de Gijón, en ella se muestran fotos, dibujos, escritos y testimonios de aquellos pequeños. «El ritmo de vida que llevábamos durante el día nos hacía olvidar nuestras penas, pero, en cuanto se echaba la noche, era cuando llorábamos recordando», dice uno de los textos expuestos.
Entre los presentes en el acto se encontraban Mari Sol González, delegada de AGE (Asociación Archivo Guerra y Exilio) en Cantabria, y María Amparo Sánchez Monroy, delegada de la misma asociación en Francia y, además, una de las niñas que se vieron obligadas a exiliarse desde Barcelona. «Nací bajo las bombas, un día de abril, en plena Guerra Civil, y soy hija de luchadores republicanos», se presentó. «Fui de los niños que pasaron la frontera. A ratos en coche y a ratos andando, hostigados siempre por la aviación fascista hasta las mismas puertas de Francia», continuaba su relato.
Los actos conmemorativos, que se realizarán durante esta semana en distintos puntos del Principado, así como la citada asociación, tienen claro su cometido: «Rescatar la memoria del olvido al que se la ha sometido tanto años. No se trata de abrir heridas, sino de dejarlas bien cerradas. Con la exposición, intentamos transmitir lo que ocurrió. El sufrimiento que padecieron aquellos niños y la verdad de los hechos. Profundizar en la memoria histórica siempre es doloroso», explicaba Sánchez. Porque, aunque la memoria a veces parece demasiado frágil, no es fácil olvidar aquellos días de miedo, inseguridad e incertidumbre, lejos de sus hogares.
«Mis recuerdos conscientes empezaron muy pronto, cuando los alemanes cogieron preso a mi padre y yo lo vi todo. Es muy difícil construirte en tierra extraña cuando no hablas la lengua. Nunca nos hicimos franceses. Es una experiencia dura, pero te hace madurar intelectualmente muy rápido. Te hace fuerte», relataba.
Los homenajes continúan toda la semana. Hoy, en la Casa de Cultura de Mieres (19 horas), se proyectarán sendos documentales en memoria de aquellos pequeños, además de recordar los nombres de los niños nacidos en el concejo. Mañana será el turno de San Martín del Rey Aurelio, el jueves de Sama de Langreo y el viernes y el sábado de Gijón, donde ese último día habrá un acto público al mediodía en la playa de El Arbeyal.
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