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Emilio Barrachina (segundo por la izquierda en segunda fila) arropado por su equipo, ayer, en el Teatro Campoamor, en el que no falta el veterano actor asturiano Carlos Álvarez Novoa (junto a él).
Barrachina: «Hemos hecho una película que se ha hecho a sí misma»

Barrachina: «Hemos hecho una película que se ha hecho a sí misma»

'El violín de piedra', del director murciano, inaugura la sección oficial a concurso del III Festival de Cine y Arquitectura de Asturias en Oviedo

C. GARCÍA

Miércoles, 8 de julio 2015, 00:21

La casualidad hizo que en las manos de Emilio Ruiz Barrachina cayera una noticia que alertaba de la despoblación que sufrían los pueblos de la sierra norte de Madrid. Comparaba la situación con el Norte de Europa, de hecho, recuerda el director, «comentaba que en los últimos cinco años era la zona más despoblada del mundo junto con Laponia». Aquello no pasó inadvertido para Barrachina, que decidió coger el coche y comprobar qué pasaba en la sierra. Después de dos meses de trabajo de campo, comenzó el guión. 'El violín de piedra' ahonda en la problemática de la zona y lo hace en forma de comedia ácida. Ayer, el director, junto con parte del equipo y los protagonistas, el asturiano Carlos Álvarez-Nóvoa, y Eva Gamallo, presentaron el film en el III Festival Internacional de Cine y Arquitectura (Ficarq), que hasta el 12 de julio se celebra en Oviedo.

La cinta inauguró ayer la sección oficial a concurso y, tras su presentación por la mañana ante los medios, se pudo ver en el Teatro Filarmónica a las ocho de la tarde. «Hemos hecho una película que se ha hecho a sí misma», explica Barrachina. Por ejemplo, comenta, la música «es irrepetible porque le pedí al violinista que fuera improvisada». Para mostrar la realidad, se desplazaron a Buitrago de Lozoya (en la película Ojos negros) y sus habitantes formaron parte del elenco de actores. De hecho, el 17 de julio se proyectará en el castillo del pueblo.

El actor, Carlos Álvarez-Novoa, no dudó en participar desde el primer momento que leyó el guión. «Me encantó. Es distinto porque Emilio es irrepetible, no te deja indiferente». Tampoco le dejó indiferente regresar a Oviedo (no pudo evitar dedicar dos minutos a su niñez y el rincón donde nació su afición por el cine), ni durante el rodaje cuando la situación de Buitrago le trasladó al «drama que supuso la pérdida del carbón en Asturias».

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