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Los actores, al comienzo del espectáculo.
Una producción asturiana primorosa

Una producción asturiana primorosa

El Jovellanos agotó las entradas para la puesta de largo de esta divertida adaptación de la obra de Shakespeare convertida en musical

ALBERTO PIQUERO

Domingo, 2 de octubre 2016, 00:56

Antes que nada, dejar constancia del gran éxito obtenido por Teatro del Cuervo en esta producción asturiana que ha merecido el Premio Jovellanos. El teatro gijonés que lleva el mismo nombre del galardón se colmó hasta rebosar de un público intergeneracional, niños, jóvenes y adultos, que aplaudió en varias ocasiones la función, desde que sonó el primer tema musical, un dúo de Teseo (Alejandro Hidalgo) e Hipólita (Carmela Romero).

No siempre las creaciones asturianas que suben a las tablas obtienen tanta atención de los espectadores y ese ya es un motivo de satisfacción.

La recepción en el teatro estuvo tan cuidada como la propio función, con el elenco en varias de las entradas y una atmósfera de humo envolviendo el ambiente.

Shakespeare viajó a la Grecia clásica para componer la comedia inmortal en la que retrató la boda de Hipólita, reina de las amazonas, y Teseo, duque de Atenas, con otros amores y desamores enredados en la tarima, entre fantasías y hadas. Sergio Gayol, director escénico y responsable de la dramaturgia, junto a Carlos José Martínez Fernández, en la dirección musical, la composición y la orquestación, han logrado trasladar a la contemporaneidad de manera esencial el original del genio inglés. Incorporando mucho color, sintetizando los cinco actos de referencia, estableciendo una ocupación de la escena primorosa que por momentos se asemejó a un ballet y dotando de gran agilidad la fantástica historia del relato.

Los actores se desdoblaron en diversos roles, versátiles y convincentes, manteniendo el divertido hilvanado de forma brillante.

Y la esquemática escenografía de tres plataformas contribuyó al espectáculo mediante pantallas digitales, presididas por un telón de fondo de idéntica condición.

Ni siquiera se quedó fuera el teatro dentro del teatro, con reparto de roles entre los cómicos que cierran la obra, mientras Teseo e Hipólita se convierten en espectadores en un palco.

Dignísima producción, que en la coda musical del epílogo enhebró las palmas al compás del público con una ovación atronadora.

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