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Una de las escenas, tras un velo traslúcido al inicio del espectáculo.
Nostalgia de una estampa colonial

Nostalgia de una estampa colonial

El Campoamor aplaude una tierna y encantadora representación de 'Don Gil de Alcalá', de Manuel Penella

RAMÓN AVELLO

Viernes, 12 de mayo 2017, 00:06

Entre los actos conmemorativos del 125 aniversario de la inauguración del Campoamor, se encuadra esta nueva producción del teatro ovetense de la zarzuela 'Don Gil de Alcalá', representada ayer dentro de la XXIV Temporada de Teatro Lirico Español de Oviedo. Tal vez la calificación de 'Don Gil de Alcalá' como zarzuela no sea del todo exacta. De hecho Manuel Penella, autor tanto de la música como del libreto la definió, con bastante acierto, como «ópera de cámara». Un continuo musical desde la obertura hasta el final, sin partes habladas, justifica esta consideración de ópera española. Con gran delicadeza musical, 'Don Gil' evoca, entre la ternura y la nostalgia, un mundo colonial dieciochesco, sin duda latente en la sensibilidad de Manuel Penella.

Esta idea de nostalgia de 'Don Gil de Alcalá' revolotea en esta nueva producción del Campoamor. Emilio Sagi, apoyado por la escenografía de Daniel Bianco, recrea con elegancia un idealizado pasado colonial español. Una escena muy luminosa, con predominio de colores dorados y transparencias. Por los uniformes se ve que se adelanta la acción al siglo XIX, en vez de suceder en el XVIII, lo que refuerza esa aspecto colonial. Los movimientos en escena de los grupos son muy naturales y de exquisito buen gusto, sin caer en ningún momento en lo 'kitsch' o lo almibarado. Uno de los momentos más delicados fue la iluminación y los movimientos que rodearon la famosa escena de 'La habanera'.

La primera versión de 'Don Gil de Alcalá' se escribió para orquesta de cuerda y arpa. Esta versión es la que sigue el director musical Rubén Gimeno al frente de la familia de cuerda de Oviedo Filarmonía. No es una limitación sonora reducir la orquesta a la cuerda, ya que la partitura emplea muchísimos recursos, como el pizzicatto, que da color y variedad. Gimeno lleva la obra con fluidez y una buena afinación instrumental. Escenas como 'La pavana' o el pizzicatto, de 'Juegos de cartas' fueron números de bastante solidez. El coro de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo estaba correctamente afinado y se movía con soltura por el escenario.

Entre los protagonistas, el tenor gijonés Alejandro Roy interpretó el papel del capitán Don Gil de Alcalá con brillantez. Fue muy aplaudido en la romanza 'Juntos bien mío en este jardín'. Pletórico de agudos y con buena dicción.

Susana Cordón, en el papel de Niña Estrella, la joven mestiza prohijada del gobernador y enamorada de Don Gil, tuvo intervenciones memorables. La primera, muy aplaudida, fue su lamento 'Bendita cruz'. Pero su momento más bello, junto con Sandra Ferrández, llegó con la habanera 'Todas las mañanitas viene la aurora'.

Sandra Ferrández representó el papel de Maya, la criada y amiga de Niña Estrella, con gracia y sensibilidad. Siempre con muy buena presencia escénica y una voz muy cálida. Además de la mentada habanera se le aplaudió mucho en el 'No llores más mi niña'.

El barítono asturiano David Menéndez recreó a un Carrasquilla, el sargento amigo y ayudante de Don Gil, con una gran solidez vocal. Un tanto exagerado en el acento andaluz, pero muy simpático. Gustó sobre todo en 'Brindis al Jérez' cantado como un himno al final del primer acto.

El tenor Jorge Rodríguez Norton, interpretó con gracia a Chamaco, el criado de Niña Estrella. También con buena presencia vocal. El dúo 'Ay zúmbale', uno de esos momentos de síntesis entre los aires americanos e hispanos, protagonizó otro de los momentos másplaudidos.

Del resto del elenco destacamos a Vicente Estebe Corbacho, en el papel del gobernador, interpretado muy dentro de la tradición de los actores bufos: Voz rasposa, pero comicidad natural. Aunque su papel es muy breve, Daniel Rubiera, como magistral, proyectó una bella voz de barítono sobre el escenario.

El público, que llenaba el teatro, aplaudió ante lo que se puede considerar un claro ejemplo de ópera cómica española, representada anoche con ternura y cierta nostalgia.

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