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DIEGO MEDRANO
Lunes, 12 de enero 2015, 00:48
Leyenda viva de la música y de la poesía en este país. Cantautor de los de rotundo aullido, sangre y fuego en letras que ya son inmortales. Dieciséis discos en su haber. Veintitrés poemarios. Treinta años en la carretera, escenarios llevados a golpe en la solapa como el mejor honor o la guerra más cruenta. Ángel Petisme (Zaragoza, 1961) presenta el poemario 'El lujo de la tristeza' (Olifante Ediciones) junto al cd 'El ministerio de la felicidad' (Dos con Dos, producido por Josu García y Santi Comet). Es el poeta de las uñas fuera, las suelas de viento, el terciopelo áspero al fondo del corazón y la nostalgia en la mirada como mejor forma de volver a casa o irse definitivamente.
¿Es consciente de que 'Cosmética y terror' marcó un hito en la poesía española, siendo ya un clásico moderno, un libro fuera de modas y dentro del canon?
Pues mira, no me reconozco en él. He evolucionado mucho. Ya no lo leo en los recitales. Veo un texto en exceso letraherido, pretencioso, manierista. Demasiados ejercicios de estilo, mucha retórica e imaginería. Estuvo bien para la época, los años 80 en España. Pero huyo de su influjo y conforma una extraña suerte de tabú.
Confiesa haber ido hacia una línea más clara. ¿Cuándo comienza la mutación?
No hay una fecha concreta a partir de la cual me despojo del aparato literario excesivo, por así decir. Vengo y vendré siempre de las vanguardias, del surrealismo. La influencia del galope indómito de Julio Borrajo, por ejemplo. Vengo de la Edad Media, de los goliardos, del Carpe Diem, pasado por el romanticismo alemán, los beatniks y la poesía del rock. Pero he acabado en una línea más transparente donde la vida salta.
¿Cómo lleva la bicefalia entre músico y escritor? ¿Cuál pesa más?
Como puedo. Siempre he ido a mi aire. Son dos oficios paralelos que tienen mucha relación pero no se he sacrificado ninguno en pos del otro. A los músicos no les gusta que haya quien escriba, ni a los escritores que hagas música y seas uno de ellos, pero el escaparate jamás me ha interesado. Yo he sido independiente mucho antes del 'indie' en este país.
Lo sigue siendo.
Fíjate si lo soy que no he querido que mi poemario se venda en ninguno de los supermercados de libros que actualmente proliferan en este país. Solamente se puede comprar en 85 librerías. Ni una más. Quiero que sea así. Me siento más cercano del artesano que del artista. El que crea desde mucho tiempo anterior a la cadena de montaje. El que profesa amor eterno a las cosas pequeñas. El que destila oficio y no el clásico interés de hacerse rico y demás corruptelas afines. El que escapa del amarillismo.
Así, a bocajarro, ¿Hay mayor ponzoña en la música o en la literatura?
Las dos pueden ser igual de putrefactas y corruptas. En la música te salva el escenario, la gente, el contacto con el público. El escritor es siempre un ser demasiado aislado, no tienes el ardor del cuerpo a cuerpo con tus seguidores o el contacto con esa gente que le gusta lo que haces y te lo demuestra. El público es quien te salva de la miseria. Sucio es todo, pero las emociones son salvavidas, y más las ajenas.
Treinta años en la carretera. ¿Qué sucede en este país con la cultura?
Se habla demasiado alto en los bares, falta respeto por la cultura. Echamos a los franceses y no supimos asimilar ni el arte hebreo ni el musulmán. Somos un país acomplejado, despreciamos cuanto ignoramos. El arte, en cualquiera de sus variantes, no se ama: nos da miedo, puro pánico. Además de maleducados, somos olvidadizos. El español común no escucha y todo lo sobreentiende: lo sabe todo, no le puedes enseñar nada...
¿Dónde se encuentra la terapéutica del arte?
Lo único que nos puede salvar de la corrupción es refugiarnos en la cultura. Esta sociedad tendría muchas menos tentaciones si supiésemos valorar la creación. Todo tiene que ver con la educación: un país culto es más sano. Tiene menos tentación de trincar. Yo me metí en causas sociales, en numerosos textos, no por compromiso político a lo Camus, sino para ser mejor ciudadano. He investigado mucho acerca de la piedad, en Irak quince días antes de la guerra o en Bagdad. Me interesa la gente que no tiene nada y sabe sonreír.
¿No tiene la piedad que ver más con el valor de lo que comúnmente se piensa?
Claro que sí. Cuando estás en el ombligo de la historia no hay lugar para la ficción. Sencillamente, te la juegas. Ahí tienes a Orwell, que coge un fusil de la Primera Guerra Mundial y se presenta en España dispuesto a ir a la Guerra Civil. Escribes más limpio en la contienda donde la gente se mata y lo estás viendo. El reto es siempre hacerse más transparente, menos egoísta.
¿Qué opina de eso de que «el rock es molar y el indie llorar»?
Pues anda que a los indies no les mola ni nada molar. No están los tiempos para gafapastas ni esteticismos. La realidad nos están dando muy duro como para ejercicios de estilo de escuelas ya muy vistas. Un punki me hizo mi primer pendiente en el año 77, cuando me hice cantautor por culpa de Sex Pistols y The Clash. Con el tiempo vas en busca de esencias y no de apariencias. cada vez me la suda más toda esa exhibición de la imagen. No estamos para canciones ñoñas, arte naïf y demás salidas facilonas. Los textos flojos son legión.
¿Cree en las actitudes o en las aptitudes?
Con 'p'. Creo en formarse. Yo hice filología italiana por algo. Creo en la técnica, el artesano solo es eso. Creo en el oficio. La vocación, si te pones, no es más que amor al oficio: hacer bien las cosas y del mejor modo.
Aterriza un extraterrestre, ¿cómo le definiría 'El lujo de la tristeza'?
Muy fácil. Es un estudio clínico de las pasiones humanas. Del amor y su duelo. Del luto por la pérdida. Un cosmorama de las emociones humanas, las mías. Busco como escritor no repetirme, ir siempre contra el libro anterior a través de un texto distinto. Si en los anteriores me he ocupado de las tecnologías, internet, la publicidad, este es mi tratado de pasiones más feroz y directo. Sólo hay piel.
¿Y qué le diría a ese mismo extraterrestre de 'El ministerio de la felicidad'?
Es un disco ajeno a la moda cultural o al poder de la industria, con temas basados por ejemplo en una viñeta de El Roto ('Además nos votaréis'), y colaboraciones con dos grandes rockeros, Enrique Villarreal El Drogas (exlíder de Barricada) y Kutxi Romero (de Marea). El título surge de que en Bután, un reino perdido del Himalaya, hay un Ministerio de la Felicidad Interior Bruta. 'Minister' proviene del latín y significa, siervo o criado. Trata del oficio pequeño de la felicidad y de sus historias mínimas. De la intención de regalar a la sociedad un hilo de esperanza en tiempos de zozobra.
Petisme corta. Petisme no quiere vender su tinglado. Quiere hablar de cualquier otra cosa salvo de su obra. Son treinta años en la carretera. Sus poemas y sus canciones, salvan. Ayudan a ver la vida de otro modo. A él, mientras tanto, sólo le sigue interesando el calambrazo de la creación. Un hombre enfrentado a un folio en blanco que puede llegar a ser poema o canción, emoción siempre y en cualquier caso. Honestidad brutal. Llama de vela que no apagará el viento ni las galernas.
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