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R. ARIAS / E. FANJUL
AVILÉS.
Lunes, 30 de abril 2018, 03:50
La red de trata de mujeres rumanas que durante años operó en Avilés sometía a sus víctimas a una violencia despiadada. De los testimonios que han podido recabarse se deduce que buena parte de ellas, si no todas, ejercían la prostitución bajo coacciones y nunca de forma voluntaria. Las amenazas eran constantes, y también los golpes y los malos tratos.
Cada vez que una de las mujeres se negaba a salir a la calle a ejercer le daban una paliza hasta que accedía. Las obligaban a trabajar todos los días, incluso cuando tenían la regla y cuando estaban enfermas. También en esos días las golpeaban para obligarlas a salir a la calle. Una de las mujeres que logró escapar de las garras de esta trama y presentó denuncia relató cómo fue agredida repetidamente y recibió golpes a veces con un cinturón de piel en la espalda y en la cara, otras con la mano, y también patadas. A pesar de los moratones y las rozaduras, nunca recibió asistencia médica.
Una de las escenas más duras se produjo durante una discusión entre una de las víctimas de la red y su proxeneta, que llegó a agarrarla de la melena y, tirando así de ella, fue subiéndola por las escaleras desde el portal hasta el segundo piso del edificio. Estos episodios de violencia se solían producir en el interior de los dormitorios y a puerta cerrada, pero a pesar de que las mujeres no veían a los hombres golpear a sus compañeras, sí oían sus gritos y sus quejas a través de las paredes.
A otra de ellas llegaron a intimidarla con un cuchillo. Eran cosas cotidianas en el interior de la vivienda que los miembros de la trama, proxenetas y víctimas, compartían en Avilés. Las palizas eran continuas, y se complementaban con severas amenazas que solían pasar por hacer daño a las familias de las chicas, tanto a padres como hijos, en el caso de que los tuvieran. Así lograban retenerlas y que no intentasen escapar, porque vivían con miedo a que a sus seres queridos les ocurriese algo malo.
Les advertían de que venderían a sus hijas, de que les quitarían a sus bebés. Y no era extraño que se quedaran embarazadas, puesto que entre las exigencias de los 'chulos' se incluía mantener relaciones sin preservativo con los clientes y realizar cualquier práctica sexual sin restricción alguna.
En esta situación vivieron varias mujeres a lo largo de los últimos años. A algunas las traían directamente desde Rumanía y, según llegaban, las ponían a trabajar en la calle. A otras las sacaban de clubes de alterne donde ejercían libremente la prostitución bajo promesas de amor. En cuando accedían a vivir con alguno de los hombres de la trama, las despojaban de su documentación, restringían su posibilidad de comunicación con terceros y las obligaban a volver a ejercer, pero esta vez en la calle y sin poder disponer de sus ganancias, que tenían que ser entregadas íntegramente a los hombres.
De esta forma, la red consiguió sacar al menos 50.000 desde España para enviarlos a Rumanía. Los movimientos de dinero se producían mediante transferencias de escasa cuantía o bien a través del servicio de Western Union. Las cantidades nunca superaban los 3.000 euros para evitar que saltasen las alarmas, pero la Policía sospechó igualmente y se puso tras su pista. Cuando la investigación ya estaba en marcha, llegaron las denuncias de dos de las mujeres que habían conseguido salir de ese círculo, y el lazo se fue estrechando. Como consecuencia de esta investigación policial, esta red desapareció de Avilés.
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