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R. A.
Domingo, 18 de septiembre 2016, 05:11
Hace algo más de diez años que se puso en marcha la regeneración ambiental de la ría, un proyecto casi faraónico que supuso la retirada de 170.000 metros cúbicos de lodos contaminados además de la recuperación inicial de cuatro kilómetros de paseo fluvial. La ría comenzó a dejar de ser un lodazal de color pardo o incluso negruzco, a convertirse en un lugar de esparcimiento para los avilesinos, además de morada para multitud de especies animales y vegetales que habían sido desahuciadas por la contaminación provocada por la gran industria.
En la extracción de toneladas de lodos acumulados durante décadas se invirtieron 14 millones de euros. Los trabajos se iniciaron en la parte alta del cauce, para ir descendiendo progresivamente hasta la desembocadura. Se fueron acumulando en un depósito especial que se construyó en El Estrellín, para lo que fue necesario realizar más de 17.000 viajes de camión.
Paralelamente se recuperaron zonas verdes y se creó la senda peatonal, aunque otro de los aspectos clave fueron las obras de saneamiento. Los ríos Magdalena, Tuluergo, San Martín o Arlós vertían directamente a la ría sin ningún tratamiento previo, mientras que ahora los vertidos llegan a la depuradora de Maqua, construida también en aquella época. Aquello también contribuyó de forma muy notable a sanear las maltrechas aguas de la ría.
Las inversiones aún continúan, y la próxima se podrá en marcha a medio plazo para dotar a la depuradora de un sistema de tratamiento secundario de las aguas residuales, eliminando la materia orgánica biodegradable mediante microorganismos. De esta forma, volverían al mar aún más limpias a través del emisario submarino de Xagó.
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