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CRISTINA DEL RÍO
Jueves, 30 de julio 2015, 00:35
Ángela Massiel Martínez de la Rosa, dominicana de 30 años, falleció ayer en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Agustín en la que había sido ingresada la noche del martes después de haber sido rescatada del agua, junto a otros cuatro jóvenes, en la zona de El Espartal, en Salinas. El fatídico desenlace era en cierto modo previsible tras haber permanecido en parada cardiorrespiratoria durante unos cincuenta minutos. Fuentes médicas confirmaron a este periódico que desde su ingreso «se mantuvo con vida a la joven artificialmente», sabiendo casi con seguridad que no había posibilidad de hacer nada por su vida.
Su cuerpo fue trasladado a última hora de la mañana al Instituto de Medicina Legal de Oviedo desde donde sus familiares querían comenzar a tramitar inmediatamente su repatriación a la República Dominicana, donde viven dos de sus tres hijos, de nacionalidad española.
El fallecimiento de 'La Flaca', como conocían sus allegados a la malograda joven, golpeó con fuerza el ánimo de la comunidad dominicana, la cuarta más importante de Avilés. Hasta medio centenar de amigos se juntaron ayer en el Hospital San Agustín tan pronto como confirmaron la noticia de la muerte. Con besos y abrazos se animaron unos a otros recordando a una joven «muy sociable, bondadosa y alegre». Estaba claro que Ángela Martínez había dejado un hondo hueco en cada uno de ellos. Ellos eran su familia aquí en España.
La dominicana vivía en la calle Ramón y Cajal, en el barrio del Carbayedo, con su hija de 6 años. Llevaba más de nueve años residiendo en Avilés, una ciudad en la que «se encontraba muy a gusto» y en la que había fijado su primera residencia en el barrio de Versalles. Allí regentó un locutorio en la calle Reconquista que cerró hace un año y medio, aproximadamente. Desde entonces, según sus amigos, se encontraba desempleada pero no por eso había perdido las «ganas de vivir» que la caracterizaban.
Los bares y locutorios en los que habitualmente paran los súbditos dominicanos estaban ayer menos alegres que de costumbre. Todos habían sentido la pérdida de un miembro de la comunidad y su trágica muerte les había alertado «del peligro que tiene el mar Cantábrico», como confiaba uno de sus allegados en un locutorio.
Rescate en El Espartal
La muerte de Ángela Massiel Martínez es la primera que registran las playas de Salinas y San Juan este año. Ella fue la que corrió peor fortuna del grupo de cinco jóvenes que el martes a las nueve de la noche, aún de día y tras una jornada soleada y calurosa, decidió darse un baño en la zona de El Espartal, la más peligrosa de los tres kilómetros del arenal. Ya no había servicio de salvamento ni indicaciones que prohibieran el baño pero el mar no dejaba lugar a dudas. Las olas azotaban, las corrientes eran notorias y algunos testigos aseguraron que «solo había que meter los pies para darse cuenta de lo que arrastraba».
El grupo no se metió muy adentro pero eso no importó para que ya no pudieran salir por sus medios. El mar se los tragaba. Sus intentos por llegar a la arena fueron advertidos por el coordinador de Salvamento, Ignacio Flórez, desde el bar en el que tomaba algo en el Gauzón IV una vez terminado el servicio. Junto con el socorrista Marcos Rodríguez, que se encontraba en el mismo lugar, se pusieron en marcha en un rescate que implicó la asistencia de dos helicópteros, uno de Salvamento Marítimo y otro de Bomberos de Asturias, y efectivos de Policía Local, Guardia Civil y sanitarios.
Lograron sacar a los cinco jóvenes en apuros. En primer lugar, a la joven que ayer falleció y después al resto. Dos de los chicos se encontraban nerviosos y con síntomas de hipotermia aunque fuera de peligro, y los otros dos, más graves. Uno es un varón de unos 25 años de edad que ingresó en Urgencias del Hospital San Agustín y ha sido trasladado a planta con pronóstico reservado. La otra es una joven de unos 21 años que fue ingresada en el Hospital de Jove, donde ya ha sido dada de alta.
El nerviosismo de los jóvenes que acompañaban a los bañistas, que fueron incapaces de determinar el número de ellos que había entrado a la mar, provocó que el servicio de rastreo por aire se alargara durante unos cuarenta minutos por precaución. Al principio se contempló que pudieran encontrarse hasta seis personas en el agua pero luego uno de los miembros del grupo confirmó a este periódico que encontraron a este sexto joven en el aparcamiento, ajeno hasta entonces de lo que le estaba ocurriendo a sus compañeros.
Él era uno de las cientos de personas que presenciaron el rescate desde el paseo.
El regreso del helicóptero de Salvamento Marítimo a la zona tras dejar a la joven rescatada en El Musel, una vez desmontando el operativo, hizo temer una nueva búsqueda. Según el 112, «solo continuaba los ejercicios de prácticas que realizaba cuando acudió a prestar apoyo a Salinas».
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