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Vista general del punto de inicio de la senda del río Magdalena, en las inmediaciones del pabellón de exposiciones de dicho barrio.
Una nueva senda fluvial para la comarca

Una nueva senda fluvial para la comarca

Pese a que las obras aún no han finalizado, la ruta del río Magdalena ya atrae a un gran número de usuarios

Borja Pino

Miércoles, 14 de enero 2015, 00:15

Si hay algo de lo que tanto Asturias en general como la comarca de Avilés en particular pueden vanagloriarse es de gozar de unos espacios naturales idílicos y paradisiacos. Sus costas y montañas, sus campos y cauces, se han convertido en uno de los reclamos más atractivos para nativos y foráneos, amén de haber servido de escenario para toda clase de producciones literarias, pictóricas y audiovisuales. Y aunque su construcción aún no ha finalizado, desde hace varios días, Avilés cuenta con una nueva senda fluvial: la que discurre a lo largo del río Magdalena, desde el entorno del pabellón de exposiciones hasta la frontera con el concejo de Corvera.

Con un recorrido total próximo a los dos kilómetros completos, el camino está conformado por una sucesión de tramos de grava, complementados en algunos puntos con rampas y pasarelas de madera, y flanqueado por vallas de este último material. El trazado puede dividirse claramente en dos mitades: la primera de ellas parte desde el recinto ferial hasta el área de La Tabla, donde enlaza con la segunda, que discurre en dirección a Villa hasta el viaducto de la Variante. Campos, fincas y el cauce del río flanquean el conjunto, erigido por la empresa Dragados a instancias de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico.

Pese a que todavía quedan elementos pendientes de ser instalados - como las tres áreas recreativas contempladas en el proyecto inicial, presupuestado en 550.000 euros -, desde que los primeros tramos de grava se tendieron son muchas las personas de todas las edades que ya recorren la senda. Entre ellas se encuentran Emiliano Ruiz y Gerardo Marcos, amigos desde hace años y que, desde hace semanas, acostumbran a caminar por allí. «Es lo mejor que podían haber hecho, la verdad. El paisaje es precioso, todo esto está muy bien montado y, a poco que lo cuiden, nos durará muchos años», coinciden en proclamar.

Sin embargo, las experiencias iniciales no han estado carentes de críticas. Así, una de las más comunes tiene que ver con lo escueto de su recorrido. De ello da fe Paloma Suárez, una de las primeras usuarias, para quien la ruta «es demasiado corta; al menos para mí, que me gusta mucho andar. Estaría bien que siguiese hasta Villa y empalmase con la Ruta del Agua». De la misma opinión es el amante del ciclismo Suso Palmira, para quien también es foco de preocupación «la proximidad de la carretera, que cruza el trazado en algunos puntos y lo hace un poco peligroso».

También la escasez de equipamiento urbano es lamentada por ciertas personas. Una de ellas es Aurora Mares, quien echa en falta «que haya más papeleras y bancos, sobre todo pensando en la gente mayor; pase que aún no está acabada, pero de momento hay dos banquitos casi al final, y puede haber a quien se le haga pesado». En ese sentido, Carlos Arcos considera que los bancos que se han colocado hasta la fecha, uno bajo el viaducto y otro poco después de rebasar La Tabla, son «de un material poco práctico, como de mármol. Dan mucho frío en invierno y seguro que abrasarán en verano. Además, no hay ni una sola farola».

No obstante, tales reclamaciones son meras incomodidades frente a las virtudes del conjunto. Pues, como concluye Clara Silvero, «en cuanto la acaben lucirá de maravilla. Va a ser un sitio ideal para traer a la familias y venir a pasar una tarde».

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