Las cooperativas escolares demuestran su originalidad

A la hora de vender, el límite está en la creatividad. Así lo demostraron ayer los casi 400 alumnos que llenaron el interior de la plaza de abastos de La Pola durante el Mercado de cooperativas y asociaciones educativas. Se volcaron para volver a casa con todos sus productos vendidos. Carteles colgando del cuello para anunciar la cooperativa por las calles, vueltas a la instalación buscando compradores y, sobre todo, desparpajo. Cualquier viandante era el cliente perfecto. Alguno, incluso, optó por disfrazarse para llamar más la atención.

La afluencia no acompañó tanto como les hubiera gustado, si bien con el paso de las horas fueron cada vez más los vecinos que decidieron acercarse hasta allí. Una circunstancia que obligó a los cooperativistas a esforzarse más de la cuenta. «Somos conscientes de que hay muchas cooperativas y es difícil venderlo todo», afirmó Gonzalo Cadrecha, del colegio Ecole, en Llanera. Ellos ofrecían productos llegados desde Murcia: «Hay morcillas, chorizos, longanizas y un apartado más dulce, con rosquillas y picardías».

El embutido fue uno de los productos estrella del mercado. En la cooperativa Waipo, del instituto Peñamayor de Nava, tuvieron un pequeño contratiempo al no recibir los productos a tiempo, pero supieron actuar rápido y buscar otros distribuidores: «Es la primera vez que participamos y es muy divertido», reconocían.

Dentro de este proyecto, se realizan a lo largo de todo el Principado once mercados distintos que reúnen entre todos a más de 5.000 estudiantes repartidos en 297 cooperativas y asociaciones. Los únicos que faltaron a la cita en La Pola fueron las cooperativas del instituto Víctor de la Concha, en Villaviciosa.