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TERRY BASTERRA
LLANES.
Lunes, 6 de noviembre 2017, 08:34
Iba a ser la última campaña de excavaciones para estudiar el paso del hombre del Mesolítico al Neolítico en el entorno de la cueva del Alloru, pero los hallazgos obtenidos a finales de la pasada semana tienen suficiente interés como para que los arqueólogos regresen al exterior de esta cavidad situada en la localidad llanisca de Balmori. Así lo avanza Pablo Arias, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria y la persona que encabeza este equipo integrado por una docena de expertos de esta universidad, así como de la de La Rioja y arqueólogos llegados desde Portugal.
Estas excavaciones se iniciaron en 2013 en varios puntos de los municipios llanisco y ribadedense con el objetivo de estudiar el paso del hombre cazador y recolector al agricultor. Se centraron en los concheros, los lugares que aquellos hombres prehistóricos utilizaban como basureros y que solían estar al abrigo de las cuevas.
Allí localizaron los lugares de los hábitats de los últimos cazadores y la relación entre estos y los agricultores. El caso del Alloru tiene un especial interés porque los expertos identificaron en anteriores campañas «una especie de campamento al aire libre» de la época Mesolítica -también llamada Asturiense- en el que incluso hallaron los agujeros de los postes que podían haber formado parte de la cabaña. En estos últimos días los arqueólogos han profundizado en esta línea y han conseguido encontrar restos de un tronco de madera que pudo formar parte de aquellos campamentos prehistóricos al aire libre que montaban los hombres que habitaron estas tierras hace entre 9.000 y 5.000 años. Arias indica que todo apunta a que se trata de madera de roble, aunque añade que hasta que los análisis que se van a realizar a esta pieza de madera concluyan no se podrá determinar de qué árbol se extrajo esta pieza.
Otro hallazgo destacado que han realizado los arqueólogos durante los últimos días de la campaña es el de una estructura prehistórica. Aunque en un principio parecía que podía pertenecer al periodo Neolítico, los expertos han descartado esta primera hipótesis y consideran que es aún más antigua, de la época Mesolítica. También ha perdido fuerza la posibilidad de que se trate de algún tipo de tumba, una idea que el equipo encabezado por Arias había valorado inicialmente.
Para profundizar en la investigación de esta estructura Mesolítica y en los restos de aquel campamento al aire libre, Arias y varios arqueólogos regresarán en diciembre a Balmori para retomar las excavaciones en el entorno de la cueva del Alloru. Eso sí, esta campaña no será como la anterior. Será «más rápida y de menos jornadas» que la que acaba de concluir y que se ha prolongado durante cerca de dos semanas. En función de lo que encuentren, y de los resultados que arrojen los análisis de lo hallado estos últimos días, los arqueólogos podrán valorar su merece la pena regresar de nuevo en el futuro al Alloru.
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