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LAURA CASTRO
LLANES.
Sábado, 4 de noviembre 2017, 02:22
El entorno del abrigo de la cueva de Alloru, ubicado a la entrada de la localidad llanisca de Balmori, volverá a parecer una finca privada como cualquier otra. Hoy finalizan los trabajos del equipo liderado por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias, con un descubrimiento que «podría hacernos volver».
Es una construcción de inicios del periodo Neolítico y aunque mantienen abiertas todas las hipótesis. Arias afirmó que «los primeros indicios apuntan a que se trata de una tumba». Tiene forma de zanja o fosa y fue cubierta por una capa de tierra y cantos rodados. «Hasta que no sepamos la magnitud de este nuevo descubrimiento, no podremos dar por finalizado nuestro trabajo aquí», explicó Arias, quien no descarta regresar a Alloru más adelante para continuar la investigación.
En esta nueva fase del estudio 'Sociedades costeras en un mundo cambiante', también encontraron hoyos de postes con más de 7.000 años de antigüedad que «confirman que se asentaban en campamentos al aire libre y dejaban las cuevas como concheros, los basureros de la época», tal y como explicó el jefe del equipo arqueológico. Asimismo hallaron indicios de industria lítica con una punta de flecha y, como en las primeras excavaciones que llevaron a cabo en la zona en 2013, con varios picos asturienses. Arias se muestra disconforme con «la idea de que se utilizaran para el marisqueo. Sé que es la hipótesis más extendida, pero soy más partidario de la teoría que apunta que los picos servían para remover la tierra».
Todos los materiales encontrados se analizarán en distintas universidades. De hecho, tal y como explicó Arias, las pruebas del carbono 14 se están haciendo en Oxford y la medición de los isótopos de nitrógeno y estroncio en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
El objetivo de estos trabajos, en los que participaron una docena de arqueólogos de las universidades de Cantabria, La Rioja y expertos portugueses, buscan dar respuesta a cómo vivían los últimos cazadores-recolectores que habitaron estas tierras hace entre 9.000 y 5.000 años, justo antes de la llegada de los primeros agricultores. Uniendo los resultados que obtuvieron en 2013 con los últimos hallazgos, pudieron concluir que los asturienses vivían en grupos de unas 20 o 30 personas, eran territoriales, pero no tenían un asentamiento permanente y se repartían entre la franja costera y la sierra del Cuera.
Hoy recogerán los equipos y los materiales encontrados en Alloru para continuar la investigación en la Sierra Plana de La Borbolla. Concretamente en la necrópolis Neolítica a la que según Arias «no se le ha sacado partido», desde el punto de vista turístico y cultural.
«Es un conjunto tumular impresionante que podría convertirse perfectamente en un museo al aire libre», señaló. El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria puso en valor el proyecto ideado por su compañero Miguel Ángel de Blas, quien pretendía unificar el Ídolo de Peña Tú con la necrópolis de La Borbolla para ofrecer un recorrido unificado a los visitantes a través de estos vestigios del Neolítico.
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