![Vidiago, tierra de estandartes](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/pre2017/multimedia/noticias/201408/23/media/cortadas/Imagen%20DSC00569--575x323.jpg)
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guillermo fernández
Sábado, 23 de agosto 2014, 11:16
Con el esplendor que allí resulta habitual, la localidad de Vidiago celebró ayer la fiesta de La Sacramental. A partir del mediodía hubo misa solemne, cantada por el coro local; procesión por las calles céntricas del pueblo; parada con la Custodia ante el altar ubicado en la mansión de La Cortina, propiedad de la familia Suárez-Guanes Ybáñez; y un selecto festival folclórico.
La imponente iglesia parroquial de Vidiago se mostró insuficiente para acoger al elevado número de romeros y devotos que acudieron a la fiesta. La eucaristía fue concelebrada por el párroco, Ignacio Pérez Perela, junto a los sacerdotes llaniscos Rodobaldo Ruisánchez y Luis Díaz García. Además, para mayor lustre, la función religiosa contó con el acompañamiento del coro parroquial y muy especialmente de su voz solista, Andrés Fernández.
Al término de la misa se formó la procesión y al frente de la misma marchaba el gaitero Julián Herrero y su tamboritero Paco Cue, llegados desde Balmori. Seguía un ramo de rosquillas dulces a hombros de Jesús González, Mario Rizo, Íñigo de la Fuente y Arturo Zegarra, cuatro chavales de altura desigual que se acoplaron con solvencia a los varales de la pirámide de golosinas.
De trasladar el ramo de pan artesanal se ocupaban cuatro jóvenes preparados ya para tomar el relevo generacional: Alejandro Berdonces, Gabino Antuña, Hugo Robredo y Eneko Iza. Seguían cerca de un centenar de niñas y mozas ataviadas con el traje de llanisca.
Y tras esta importante comitiva profana aparecía la joya de la corona del apartado espiritual de Vidiago, los estandartes. En la sacristía de la iglesia duermen a lo largo del año trece pendones, aportados desde tiempo inmemorial por diferentes familias de la localidad, y ayer solo salieron siete a la procesión, dos de ellos en manos de los entusiastas Toño Castillo y Pin Vega. La disculpa para que los otros seis no aparecieran la sustentaban en que «pesan bastante y muchos clanes familiares se quedaron sin juventud». Y cierto es que deben pesar lo suyo porque a media procesión se realizó un descanso para aliviar a los portadores de los estandartes.
Por detrás de las telas caminaba Rodrigo Sordo con el farol parroquial y bajo un palio de seis apoyos aparecía la Custodia en manos del sacerdote Rodobaldo Ruisánchez, mientras que Ignacio Pérez Perela dirigía los cánticos litúrgicos apropiados a la ocasión. De regreso a la iglesia, la multitud de fieles cantó el himno de la Virgen de la Paz.
Al llegar la tarde, la comitiva se trasladó hasta la Bolera para no perder detalle del festival folclórico. Los niños bailaron el Xinringüelín y la Jota de Leitariegos, mientras que los mayores escenificaron el Fandango de Pendueles, la Carrasquina, el Xiringüelu de Naves y el Pericote. Así pues, con elegancia y poderío, Vidiago no renuncia a proclamar a los cuatro vientos que hace más de un siglo era la capital cultural del municipio de Llanes. Y están en lo cierto.
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