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Don Luis Álvarez, quien fuera sacerdote de la ciudad de Cangas de Onís durante 30 años, ejerció ayer de pregonero en las fiestas de San Antonio.
«Si a Cangas le quitamos hoy a San Antonio se quedaría parapléjica»

«Si a Cangas le quitamos hoy a San Antonio se quedaría parapléjica»

El párroco destacó en el Cine Colón la especial vinculación y devoción que tienen los vecinos hacia un santo al que sienten como propio

TERRY BASTERRA

Sábado, 7 de junio 2014, 01:31

En la tarde-noche de ayer se dio comienzo a una nueva edición de las fiestas de San Antonio , en Cangas de Onís. El encargado de dar el pistoletazo a los festejos fue una de las personas que más conocen la vida del patrón de la ciudad, Don Luis Álvarez Suárez, quien durante 30 años fue párroco de la localidad. En el Cine Colón el sacerdote trató de ajustarse al tiempo estipulado -20 minutos- y pronunció un discurso dividido en tres partes y que repasaba su relación con el santo de Padua: por qué aceptó la propuesta de leer el pregón; qué significó San Antonio cuando Don Luis, de 84 años, era aún un niño; y la importancia que tuvo esta figura durante el tiempo que ejerció como sacerdote, incluidas las tres décadas que lo hizo en Cangas de Onís.

El sermón estuvo salpicado de numerosas anécdotas y recuerdos a vecinos vinculados con la parroquia y el Santo durante esas tres décadas.

Pero es que la devoción a Don Luis por el de Padua le venía desde niño. Antes incluso de ingresar con 10 años en el Seminario de Valdediós. Y es que ya se acercaba a la imagen del Santo en la parroquia de Torrebarrio, su localidad natal situada en la provincia de León. Este amor por San Antonio también lo promulgó durante sus primeros años de sacerdocio en las localidades cabraliegas de Sotres, Tielve, Bulnes y Camarmeña. Lo llevó asi mismo a El Pito, en Cudillero, donde ejerció también otros 30 años.

Mención especial tuvieron durante el pregón algunas personas de la localidad, aunque Don Luis destacó la devoción del pueblo entero de Cangas hacia «San Antonio el nuestro; un santo muy milagroso, pero como no sueltes las monedas se olvida de lo que estás pidiendo y se queda como escondido detrás de la puerta de tu casa hasta que abras el monedero».

El que fuera párroco de la ciudad destacó en varias ocasiones el cariño especial que tienen los cangueses por la figura de un santo que sienten como suyo, algo que reconoció que le produce verdadera admiración y emoción. Unos sentimientos que según indicó no se lo provocaron «las fiestas que a lo largo de tantos años celebramos juntos, sino la devoción que desde el principio vi que le teníais a San Antonio». «Vosotros le decís 'el nuestro', y yo lo creo, porque si a Cangas le quitamos hoy a San Antonio se quedaría parapléjica y no podría seguir... Lo mismo que si nos quitan el Puente Romano», aseguró Don Luis.

El religioso repasó dos sucesos que le acontecieron de adolescente y que atribuye a milagros del Santo. El primero tuvo lugar en 1942 cuando guardaba las ovejas del pueblo y unas señoras desde otra vega le avisaron a gritos que un lobo le estaba siguiendo. Caminó durante todo el día sin dejar de rezar a San Antonio y pudo llegar al pueblo ya de noche pero con todos los animales intactos.

El otro ocurrió dos años después. Fue a segar y su padre le había dejado su reloj de bolsillo. Una de las veces que lo abrió saltó la manecilla del minutero la cual no logró encontrar. Horas después, y tras rezar mientras segaba el prado, cuando paró a tomar un bocado, se sentó y vio la pieza sobre la hierba cortada. Para Don Luis estos dos hechos no son atribuibles a la casualidad sino a San Antonio de Padua.

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