Juan José era un experto alpinista y un agente «que nunca perdía el temple»

Gustaba de planificar salidas, en Asturias y fuera. Un camino en el que solía estar acompañado de su Nevada Coto, su mujer, alpinista como él. Un accidente ocurrido semanas atrás la obligó a pasar por el hospital; las muletas que necesitó la habían impedido seguir su ritmo. «Dijo que ella no iba a ir en un tiempo», comentan fuentes próximas a la pareja. Fue un punto de inflexión. Hasta entonces «cada vez que tenían tiempo libre estaban de ruta; les encantaba».

Destinado en la Brigada de Seguridad Ciudadana, en el Grupo de Atención al Ciudadano, Domínguez encajaba perfectamente con el delicado perfil que requiere el puesto. «Era muy trabajador y nunca perdía el temple, lo que es complicado veces», comentan sus compañeros. El servicio obliga a patrullar y estar pendiente de la radio para atender cualquier incidencia. «Es la labor que más contacto tiene con el ciudadano y te pone ante identificaciones que están tranquilas pero se pueden descontrolar en un segundo, por lo que debes estar muy atento», señalan sus colegas.

«Hay que tener capacidad de mediación cuando llegas a una trifulca o atiendes a un borracho, sensibilidad cuando encuentras a alguien desorientado con alzhéimer; él tenía esa seguridad, empatía e iniciativa que hacía falta», resaltan en la Comisaría de El Natahoyo. Fuera del uniforme, Domínguez buscaba «retos en la montaña cada vez más arriesgados». Sus amigos reconocen que ha perdido la vida «haciendo lo que más le gustaba, lo que le hacía feliz».