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FRANCISCO APAOLAZA
Domingo, 24 de mayo 2015, 02:33
Las campañas electorales son la demostración política de la ley de Murphy y cuando algo tiene que salir mal, sale mal. La víspera de comenzar su carrusel, el PP sacó a la calle un autobús rotulado con su lema, 'Es posible con tu voto', pero alguien se dio cuenta de que hasta medianoche nadie podía pedir nada, así que le plantaron un folio encima de la palabra voto. El folio se parecía a un sobre y el lema se leía así por todo Madrid: 'Trabajar, hacer, crecer. Es posible con tu [sobre]'. El anecdotario de campaña es salvaje. A veces, las caravanas terminan por parecerse a 'Humor amarillo', aquel programa asiático y trepidante en el que los concursantes siempre terminaban en el fango.
Hay gente que tiene que hacer terapia psicológica toda una vida para hablar delante de más de cinco personas y después llega Mariano Rajoy y dice ante miles: «¿Quién en España habla hoy de paro?». A cada dos párrafos de folio en un mitin hay una persona del equipo de comunicación sufriendo un desmayo. Al final nadie sabe si lo que dijo tal candidato es lo que quería decir, lo que no quería decir, o lo que de verdad pensaba. A Dolores de Cospedal, a la que han comparado en Toledo con Juana de Arco y a la que acercaron gentes en silla de ruedas por si ella pudiera hacer algo, comenzó este maratón de errores con una frase espléndida: «Hemos trabajado mucho para saquear a nuestro país». Pero le superó la candidata popular a la Alcaldía de Zamora, que se ufanó de que el PP no había «follado» a los españoles. En esto hay opiniones, pero en realidad quería decir 'fallado'. El poder y el sexo, siempre tan cerca, tuvieron un 'affaire' en Getafe, donde el alcalde repartió miles de preservativos con su foto.
También se cuentan cosas que tienen tanto sentido que nadie sabe qué quieren decir. El otro día en Burgos, Rajoy se vino arriba, pero que muy arriba, y comentó que España es un lugar donde hay «muchos españoles» que se sienten «muy españoles». También subrayó tras dar un paseo en bici que el deporte es bueno para el que lo hace y para el que no. Le aplaudieron.
En el PSOE saben que Pedro Sánchez tampoco es un tipo nacido para los mítines. Tanto quiere mirar la tierra que a menudo choca con las farolas. En un programa de televisión, felicitó a un joven parado con síndrome de Down «por lo bien que ha hecho la pregunta». Ha querido pensar tanto en la gente que la gente se le amontona. Para atizar al mercado laboral, cita la historia de Valeria, una chica con un contrato muy precario que se aparece en diferentes ciudades y con diferentes escenarios. Al margen de si existe una Valeria (también hubo una Juana), cuenta su historia con tantas versiones que algunos creen que están hablando de la chica de la curva.
Puyazos en Madrid Río
La campaña se convierte a veces en una agenda salvaje como una carrera del 'Grand National' en la que ya es un triunfo que el caballo cruce la meta con jinete. '¡Si hoy es martes, esto es Guadalajara!' podría gritar algún candidato al despertar en algún hotel. En los partidos del universo Podemos han sufrido el desgaste. De tal ímpetu en la comunicación, Íñigo Errejón se quedó afónico y Pablo Iglesias se confiesa agotado. Su salud se ha resentido tanto que ha llegado a cancelar su programa por cansancio, aunque luego apareciera en el 'prime time' de la televisión. En otro debate, en cambio, el disidente de Ciudadanos Eugenio Narvaiza discutió con el secretario de Organización del partido, Fran Hervías, con tal vigor que perdió la dentadura en directo.
Hay mítines que podrían definir una vida entera. En Madrid, José María Aznar acudió a apoyar a Ana Botella, tal vez por miedo a que Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes terminaran por devorarla. Mientras las candidatas le echaba flores y loaban lo grande que es el expresidente, aplaudieron todos menos dos, él mismo y su señora. Aznar, que es más serio que la catedral de Burgos, solo sonrió cuando a Aguirre le dio un ataque de tos provocado por la primavera madrileña. En el aire volaban el polen y las balas amigas.
Cuando los políticos dicen que son capaces de todo, hablan en sentido literal. El capítulo de propuestas ha tenido renglones gloriosos. Que le prometan a uno la luna, se entiende, pero Antonio Miguel Carmona ofreció a los madrileños recuperar las naumaquias romanas, representaciones de batallas navales... en el lago de la Casa de Campo. «¡Pim, pam, propuesta!», amenazó antes de la campaña y aquí lo tienen. Todo puede parecerle a alguien una buena idea. En San Sebastián, Bildu propuso que la hierba de uno de los parques de la ciudad fuera segada por ovejas que harían con su boca el trabajo de los jardineros. ¡Ah! Costaba el doble que la manera usual. En materia animal, el cántabro Revilla pasó de los manidos besos a bebés, niños y señoras a plantarle un ósculo en el morrete a Ágora, la vaca campeona de Cantabria.
Si le ponen música, la cosa no mejora. Los partidos se han lanzado a una carrera al estrellato pop y en general, cada cual ha hecho un vídeo candidato a los Grammy de la vergüenza ajena. Ha sido muy comentado el rap de Monago, que puso el lazo de la extravagancia prometiendo que en Extremadura se estudiaría hip-hop en los colegios. En Oyón (Álava) grabaron un vídeo casero con una canción que da tanto repeluco que ha dado la vuelta a las televisiones en Europa y a punto ha estado de subir la prima de riesgo. Tal vez, la más hábil en esto fue Ada Colau, que se hizo una canción - La rumba del runrún', se titula- con un 'autotune', un programa que modula la voz para no desafinar tanto.
A veces, las cosas salen mal y no es culpa de nadie más que de la naturaleza. El candidato autonomista leonés en San Andrés del Rabanedo quiso pedir el voto puerta a puerta y en lugar de un simpatizante, en una casa encontró un cadáver.
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