Charo Sádaba (Pamplona, 1972) es decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, además de investigadora en el campo de las tecnologías y las redes sociales. Mañana, a las 20 horas, impartirá la charla 'El reto de formar smartusers' en el ... colegio de Fomento Los Robles, con entrada libre y gratuita a todas las familias interesadas en la educación digital de sus hijos.
-En enero, un menor atacó en Sevilla a su madre con una cuchilla porque se había quedado sin internet. ¿Se nos está yendo de las manos?
-Lo que pienso es que el chaval tenía serios problemas, psicológicos o probablemente psiquiátricos, que se pusieron de manifiesto con el uso de las tecnologías. Esto es anecdótico, pero lo que nos está pasando socialmente es que estamos promoviendo el uso de la tecnología y no siempre estamos acompañando ese recurso con la adecuada formación para hacer un buen uso de él.
-¿Cómo pueden formar a sus hijos padres y educadores que se reconocen analfabetos digitales?
-Ahí tenemos el principal reto. Y que no exista un manual lo hace un poco más complicado, pero también más atractivo. Lo importante es ser proactivo. Quedarse de brazos cruzados nunca va a ser mejor que hacer algo. La mejor forma de ayudarles es formarse, ir a alguna sesión para coger ideas. Así todos aprendemos y encontramos maneras de ayudar.
-¿Cuando uno regala un móvil a un adolescente tendría que darle también un contrato de uso?
-Es muy razonable, de hecho en la web de empantallados, que es el paraguas bajo el que se enmarca mi conferencia, hay algunos modelos de contratos de uso que pueden ser útiles. La cuestión es que deberíamos dejar de pensar en la tecnología como un regalo, porque los regalos casan mal con las condiciones. Mejor que regalar un móvil sería que éste entrara en casa como una decisión que hemos tomado los padres, llevando al niño a la tienda, haciendo que vea cuánto vale, decidiendo cómo va a contribuir a su coste, que igual no es con dinero pero sí con trabajo, con ayuda en casa...
-El móvil, ¿a qué edad?
-No diría una edad exacta. El móvil tiene un sentido pleno cuando pensamos en la inmersión social. Es decir, cuando necesito el móvil para hablar con mis amigos, quedar con ellos... Eso es particularmente relevante en la adolescencia, sobre los trece o catorce años. También es verdad que es la época más complicada para poner en sus manos un dispositivo. Lo que no podemos hacer es esperar a entregar el móvil para empezar a hablar de estos temas. Nuestra intervención tiene que adelantarse mucho para que cuando el dispositivo caiga en sus manos tengan ya una serie de criterios e ideas.
-¿Cuáles son los peligros del uso de las nuevas tecnologías en menores?
-Los expertos hablan de las tres 'ces' y yo añado una cuarta. Por un lado los contenidos, que pueden ser inapropiados o nocivos para ellos. En segundo lugar, las conductas. A través de la tecnología nuestros hijos pueden ser víctimas o protagonistas de conductas peligrosas, por ejemplo adicción, ciberbullying, grooming... La tercera 'ce' es la de los contactos. A través de las redes sociales los menores pueden contactar y ser contactados por desconocidos y ahí hay otro ámbito de riesgo claro. Y a esas tres yo añado la de la comercialización, porque toda la información que compartimos en las redes sociales se utiliza para hacer perfiles comerciales de los usuarios y hay que hacerles conscientes de esta realidad y de su información tiene un valor.
-¿Esos peligros los ven los chavales?
-El adolescente en general dice 'yo controlo' y es cierto que tiene un conocimiento de los riesgos que hay, pero a veces ese conocimiento le hace sentirse falsamente seguro. No siempre saben leer todas las claves para identificar realmente dónde está el peligro ni tienen todos los recursos para saber defenderse. De hecho, nosotros hacemos investigaciones en las que preguntamos a los chavales 'En una situación de riesgo: ¿a quién acudes?' y en la mayor parte de los casos nos responden que a un amigo suyo.
En las aulas
-¿Qué razón hay para que no acudan a un adulto?
-Porque tienen miedo, y a veces con razón, de que sus padres echen la culpa a la tecnología y les quiten el dispositivo.
-¿Cómo minimizar los riesgos a la hora de utilizar la tecnología?
-Con educación. Pero no de forma puntual sino constante. En este sentido, hay una idea muy buena de un educador holandés, que también tenemos disponible en la web. Se llama '25 preguntas para hablar con tu hijo sobre internet' y está planteado sobre la idea de, todas las noches, durante la cena, plantearles algo como 'cuéntame qué cosas interesantes has visto hoy en internet'. Creo que es en esas conversaciones informales como mejor podemos llegar a los chavales.
-En el ámbito educativo sigue abierto el debate entre prohibir o permitir el uso de los móviles en los centros. ¿Cuál es su posición?
-Entiendo el debate. En muchos casos a los profesores se les ha llenado el aula de aparatos y se les ha formado de una forma técnica para su uso pero, en general, adolecemos de una formación al profesorado sobre cómo hacer un uso educativo de la tecnología. Y esa es la clave. La tecnología es una herramienta más que puede estar al servicio de unos objetivos educativos. Es erróneo pensar que va a resolver los problemas educativos, los que los van a resolver son los buenos docentes. Y estos necesitan formación no solo sobre cómo usar el dispositivo sino para qué usarlo.
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