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Marta Varela
Miércoles, 2 de diciembre 2015, 00:31
La historia de Felicidad García Hevia es dura, como la de muchos asturianos, y es que a sus 105 años cumplidos ayer, ha vivido una guerra, la postguerra, trabajado como sirvienta en Oviedo a muy temprana edad, casada felizmente en dos ocasiones, siete hijos, ha enviudado y trabajado, también, como carbonera en el pozo Villar. Su recuerdo de la mina son sus dedos estropeados «de tirar por los vagones llenos de carbón», recordaba ayer.
Pero lo que esta centenaria más recuerda son los tiempos de felicidad, que se mezclan con otros tristes, pero, eso sí, pasajeros. Por eso, ayer aseguraba estar «feliz», en su casa, con su cocina de carbón atizada para «arreglar la comida» y la bayeta en la mano para limpiar su casa. Rodeada de los suyos, sus hijas no la dejan nunca sola y se turnan para dormir y estar con ella en su casa, el sitio que mejor conoce Felicidad.
Felicidad celebró ayer su cumpleaños rodeada de gran parte de su extensa familia. Y es que tiene cinco hijos vivos (dos ya fallecieron), doce nietos, seis bisnietos y cuatro tataranietos. Algunos no pudieron acercarse a felicitarla en persona por vivir lejos de Asturias, pero si lo hicieron por teléfono. A sus 105 años es una mujer feliz, tranquila, con muchas ganas de vivir y muchos recuerdos que le gusta compartir con los demás. Además, reconoce a sus vecinos y recuerda pueblos y lugares porque, a pesar de una vida dura vinculada al trabajo diario para criar a sus hijos, conserva su cabeza y sus ganas de seguir adelante, cumpliendo años y celebrándolo con los suyos.
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