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Viernes, 26 de septiembre 2014, 00:22
Ricardo Cordero, vecino de Aller, quiso que los ediles de la Corporación sintieran ayer, por un momento, lo que es tener una barrera o un impedimento para circular libremente por el concejo. Por eso se plantó en medio de la puerta de la casa consistorial en Cabañaquinta, antes del Pleno municipal, con su silla de ruedas. «Hace tres años que se creó un grupo de trabajo para analizar la accesibilidad en el municipio, y solo se reunió una vez», se quejaba. Denunció que cada día hay más obstáculos para los discapacitados.
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