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LAURA MAYORDOMO
Jueves, 4 de mayo 2017, 02:54
Hubo un antes y un después en el abordaje terapéutico de la diabetes de tipo 2 -la más habitual, con un 90% de los casos- a partir de 2008. Ese año, según explicaron ayer Edelmiro Menéndez Torre, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del HUCA, y Elías Delgado, jefe de la Sección de Diabetes, se llegó a la conclusión de que un fármaco indicado para bajar la glucemia en los pacientes aumentaba, no obstante, la incidencia de eventos cardiovasculares, por lo que fue retirado. Eso obligó a las agencias reguladoras, sobre todo a la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) a condicionar que cualquier nuevo fármaco antihiperglucemiante demostrara su seguridad cardiovascular. La cuestión no era baladí, ya que ésta es la principal causa de muerte entre los diabéticos.
Desde entonces, se han multiplicado los ensayos clínicos con numerosos pacientes y se han puesto en el mercado nuevos fármacos que no solo reducen los riesgos de sufrir un infarto o un ictus, sino que conllevan «beneficios cardiovasculares» en los pacientes. Eso sí, a un precio algo superior a los existentes hasta entonces. Hasta cincuenta veces más. «Esto abre un nuevo campo en la valoración del tratamiento de la diabetes muy interesante», valoró el doctor Menéndez Torre. Pacientes de larga evolución, con alto riesgo o con enfermedades cardiovasculares previas son los indicados para recibir estos tratamientos que, en Asturias, llevan aplicándose algo más de tres años. No tienen efectos secundarios, no provocan hipoglucemias y consiguen reducir las muertes por causas cardiovasculares hasta en un 32%, según detalló el doctor Delgado.
El jefe de la Sección de Diabetes del Hospital Central incidió en que el tratamiento de esta patología debe responder a la fórmula de las 'cuatro pes': «Ser preventivo, precoz, personalizado y totalmente participativo. Hay que implicar al propio paciente en su tratamiento porque, si no, estamos abocados al fracaso». Y, abundó: «Una de las grandes evidencias que tenemos en nuestro quehacer diario es que el control de la glucemia es lo más importante en las fases iniciales de la enfermedad para revertir o para prevenir complicaciones cardiovasculares a largo plazo».
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