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EVA FERNÁNDEZ
Jueves, 23 de marzo 2017, 02:31
En el área rural gijonesa de Monteana todavía no se lo pueden creer. Un día después de que se hiciera público el primer caso de infección a causa de la polilla guatemalteca en algo más de 67 kilos de patata que tenía almacenada en su garaje el vecino Tino Llano, las caras de sus habitantes dan fe de la incertidumbre y la resignación con la que están viviendo esta situación, para muchos un drama, aunque sus patatas están sanas y en perfectas condiciones. Es el caso de Chelo López, que todavía no sale de su asombro. «Esto nos perjudica muchísimo. Vendo a tiendas porque tengo una patata muy buena», explicó mientras abría con un cuchillo un tubérculo para avalar sus palabras. «Tengo la mejor, la especie Monalisa, una variedad que viene de Navarra. La vendo a 0,80 céntimos y ahora, ¿voy a tener que sacarla y entregar la que tengo almacenada?», se preguntó. Su rostro cambió solo con pensar en tener que «sacarla para que me la lleven y comprar yo para comer, eso no puede ser».
«Aparecerán más casos»
Esta vecina vive a escasos 300 metros de Tino Llano, donde se detectó la presencia de este insecto. Llano ya advirtió de que «no voy a ser el único porque si viaja por el aire y se mete por cualquier rendija, aparecerán más». Solo unas horas después la plantación de otra vecina, Adela Díaz, se situó también en el punto de mira. Y, un poco más arriba de su casa, José Manuel Álvarez también sabía lo que esta polilla. «Hace dos meses que empecé a quemar las patatas que iban saliendo porque tenían el bicho. Ya quemé dos veces», reconocía.
Para remarcar su discurso -explicó que «empecé a sacar a últimos de julio y vi que estaba la polilla»- cogió su herramienta y destapó una planta. Sacó unas patatas, las lavó bien con la manguera y... «mira, este hilo que se ve aquí es la bacteria». Para que se viera aún mejor, cogió una navaja y partió una. Por dentro, el tubérculo recién sacado de la tierra presentaba un aspecto negro y medio podrido, sobre todo por los lados. «Están tocadas, por eso les prendí fuego. Son patatas nuevas y se les ve una vena azul, que es la polilla que avanza por dentro». A la pregunta de por qué no dio el aviso, respondió que «para qué si de indemnización no te dan nada y vas a cobrar cuando ellos quieran».
En el almacén de Tino Llano ya se ha desinfectado todo y las cajas con patata infestada están quemadas. En lo alto tiene colgado el trampero de feromonas para atraer a la polilla. «La semana que viene me dijeron que iba a venir un técnico de la consejería para ver si me pone otro en la finca», dijo. «Lo peor es que ahora ya no voy a poder plantar patata y tengo que gastar dinero en comprarla. Y a mí me gustaba ir a la finca a labrar y recoger. Ahora, en vez de patata, plantaré tomates», decía. El lunes, técnicos del Principado acudirán a las 19 horas al centro municipal de Monteana para informar a los vecinos.
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