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MARCO MENÉNDEZ / DAVID SUÁREZ FUENTE
Sábado, 26 de diciembre 2015, 00:10
En la extinción de los incendios que estos días asolan los montes asturianos participaron dos aviones 'apagafuegos' Canadair CL-215T del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, con base en Torrejón. El pasado martes, en la cabina de uno de los aparatos se encontraba el teniente Fernando Adrados, quien explicó a EL COMERCIO las difíciles condiciones en las que tuvieron que trabajar. Hombres y aviones del 43 Grupo están en situación de 'alarma' durante todo el año y se solicita su intervención cuando un incendio ya toma una importancia destacable. El teniente Adrados explicó que «despegamos y vamos al punto de agua más cercano. Si es un pantano, mejor, pero en esta ocasión fuimos a la ría del Eo. En la de Navia, aunque estaba más cerca del incendio de Boal, no podíamos entrar porque había mucho oleaje».
Sin parar, el avión despliega unas sondas por las que en unos 10 ó 12 segundos carga 6.000 litros de agua. Es una operación muy mecánica, pero no exenta de riesgo: «La descarga tenemos que hacerla entre 10 y 50 metros de altura. La media es a unos 20 metros, pero depende de lo que nos pidan los bomberos, si quieren que apaguemos una zona o que refresquemos un área más amplia, con lo que tenemos que ir a más o menos altura de las llamas. Además, para soltar el agua tenemos que apuntar a la antigua», es decir, a ojo.
Las condiciones que se encontraron en el Principado hicieron que la operación fuera más difícil de lo habitual. Fernando Adrados relata que «fue bastante complicado. En Asturias, cuando hay viento del sur, a sotavento de las montañas se producen muchas turbulencias. En pocos incendios tuvimos tantas turbulencias como en éste y, de hecho, sufrimos varios sustos». Y es que esos bruscos descensos del aire se producían justo en las laderas en las que tenían que operar estos aparatos, «donde teníamos que soltar el agua. Pero también tuvimos muchas dificultades con el fuerte viento que había en la ría del Eo a la hora de cargar agua».
El pasado martes, a los dos Canadair CL-215T les acompañaba en las operaciones el helicóptero que se estrelló al día siguiente en Parres. Adrados indicó que «nos ayudó en las operaciones, pero al día siguiente a él le encargaron ir al incendio de Cangas de Onís».
Minuto de silencio hoy
El accidente sufrido por el helicóptero de Bomberos de Asturias el pasado miércoles pudo haber tenido peores consecuencias que el fallecimiento de su piloto, José Antonio Rodríguez, de 49 años. El caso es que el aparato acababa de dejar en tierra a dos bomberos del parque de Infiesto y fue cuando remontó el vuelo cuando se estrelló contra la ladera de la montaña de La Roza (Parres). Según explicaron a sus superiores, estaban de espaldas al aparato cuando, de repente, escucharon una fuerte explosión e, incluso, llegaron a sentir el calor despedido por la deflagración del aparato.
Ahora mismo están abiertas diligencias no solo por el Juzgado de Instrucción sino también por las autoridades de Aviación Civil, que tratarán de esclarecer lo sucedido con este helicóptero.
En recuerdo del piloto fallecido, los profesionales de la lucha contra el fuego en Asturias se concentrarán este mediodía en las instalaciones que Bomberos de Asturias tiene en La Morgal para guardar un minuto de silencio.
Por otro lado, un juzgado de Oviedo ha abierto ya actuaciones contra los presuntos autores de un incendio forestal ocurrido hace dos semanas en una zona protegida del municipio de Piloña. Estas diligencias van por la vía penal.
Doce focos activos
A última hora de ayer se mantenían activos en la región doce incendios forestales, de los que nueve estaban controlados, si bien agentes del Medio Natural y Bomberos de Asturias mantenían durante la noche tareas de vigilancia y extinción. Los incendios activos se localizaban en Torazo (Cabranes), El Castrillón (Laviana) y Porrimán (Morcín), mientras que los controlados eran los de Loza (Coaña), Viavélez (El Franco), La Fresnosa (Langreo), Nueva (Llanes), La Roza (Parres), Matosa (Piloña), La Barrosa (Tapia), Villamejín (Proaza) y Parlero (Villayón).
La zona occidental asturiana sigue siendo una de las más afectadas por el fuego e, incluso, en Nochebuena se iniciaron dos incendios en el concejo de Valdés: en Biescas y La Mortera. Los vecinos de esas zonas tienen claro que «fueron intencionados». Al respecto, dos ganaderos jubilados de Ferrera de los Gavitos y del Curión mostraron su indignación con las voces que apuntan a este sector como responsable de los fuegos ya que, aseguraron, «siempre pagan los ganaderos y otros se aprovechan de esa circunstancia».
En La Mortera, el fuego llegó a estar a 20 metros de las viviendas y se descontroló a las seis de la mañana de ayer. «Las llamas eran terribles», describen los vecinos. Se trataba de una zona que recientemente había sido repoblada con pinos y abedules.
El siniestro de Biescas, a apenas tres kilómetros del anterior, afectó a monte público sin plantar. También se originó el día de Nochebuena, en torno a las seis de la tarde, si bien quedó controlado en la mañana de ayer gracias a la actuación de Bomberos de Asturias. Los vecinos también creen que se trata de un incendio «provocado», aunque apuntan que «la quema del monte perjudica tanto a vecinos como a ganaderos. A todos». Por eso, reclamaban ayer «más vigilancia por las noches, cuando sería más fácil coger al pirómano».
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