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Cuatro efectivos de Bomberos de Asturias observan los restos del helicóptero siniestrado a mediodía de ayer en Parres.
La investigación apunta a que el humo nubló la visibilidad del piloto que se estrelló en Parres

La investigación apunta a que el humo nubló la visibilidad del piloto que se estrelló en Parres

José Antonio Rodríguez, madrileño de 49 años, había estado a los mandos del helicóptero destinado a repeler los focos en la sierra del Cuera

TERRY BASTERRA / RAMÓN MUÑIZ

Jueves, 24 de diciembre 2015, 09:32

José Antonio Rodríguez, piloto madrileño de 49 años que prestaba sus servicios en la extinción de incendios para Bomberos de Asturias, falleció ayer en Parres al precipitarse el helicóptero que estaba manejando. El suceso tuvo lugar pasada la una de la tarde, poco después de que el profesional se incorporase a las labores de extinción de un fuego que, en su peor momento, alcanzó 1.000 metros de longitud. Rodríguez conocía la zona, pues en los últimos días había estado a los mandos del helicóptero destinado a repeler los focos en la sierra del Cuera.

En la mañana de ayer el incendio de la cuesta de Parres, que se daba por controlado la noche anterior, comenzó a «ponerse bravo», en palabras de un testigo. Por este motivo, el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) había optado por concentrar sus dos helicópteros de extinción de incendios en la zona. El madrileño llegó a primera hora a la base que el SEPA tiene en La Morgal y realizó las pruebas de prevuelo a la nave que tenía asignada, un Eurocopter AS-350 con siete años de trabajo. Una vez recibidas las instrucciones, hubo de retrasar la salida dada la espesa niebla que persistía a esa hora en Llanera, aunque el parte meteorológico para la zona de Parres resultaba propicio, con vientos del sur a cinco kilómetros por hora y una probabilidad de precipitación del 35%.

A las 11.44 horas, Rodríguez logró emprender el viaje al Oriente. Una vez en la zona de conflicto, se coordinó con el piloto de la segunda aeronave para ir realizando la maniobra de carrusel, consistente en que cada uno de los aparatos suceda al otro en la aproximación y descarga, para reforzar así el efecto del agua sobre las llamas. En una de esas primeras acometidas, el aparato de la víctima se internó en la humareda y ya no volvió a aparecer.

La inquietud del segundo piloto fue inmediata. La llamada dando la voz de alerta al 112 se produjo a las 13.07. En seguida se movilizó al helicóptero medicalizado, con una dotación preparada para el rescate. Cuando la humareda lo permitió, el profesional a bordo del segundo aparato informó de que podía divisar el helicóptero del madrileño, estrellado y en llamas, en una zona escarpada de difícil acceso, a unos 800 metros de altitud. La Guardia Civil está investigando las causas del siniestro y será la encargada de despejar las principales hipótesis que ayer tenía sobre la mesa. Se sospecha que la humareda pudo nublar la visibilidad de Rodríguez, haciéndole perder la referencia del monte La Cogolla. El análisis de la aeronave deberá aclarar si, por contra, el elemento desencadenante fue que la bolsa de agua (el 'bambi') se quedó enganchada entre las ramas de los pinos del monte.

El levantamiento del cadáver tuvo lugar mientras el segundo helicóptero, 24 bomberos y agentes forestales seguían luchando contra el más violento de los ocho incendios que ayer seguían declarados en la región. El esfuerzo de los profesionales permitió controlarlos todos anoche, si bien una dotación quedó en la zona de Parres para vigilar que los vientos no reavivaran las brasas.

El presidente del Principado, Javier Fernández, y el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, acudieron al lugar tras conocer la noticia del accidente. «Desgraciadamente lo que no se produjo este fin de semana lo hemos tenido ahora con la tragedia personal de este joven», dijo el jefe del Ejecutivo autonómico, que expresó su pésame «y solidaridad a los familiares».

Antonio Rodríguez llevaba diez años afincado en Ciutadella (Menorca), y era padre de dos hijos pequeños fruto de una relación con una menorquina. Su cuerpo fue llevado al Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopista. Desde Madrid su madre y su hermano iniciaron viaje para hacerse cargo del difunto.

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