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LAURA FONSECA
Domingo, 5 de julio 2015, 00:36
La reciente muerte por difteria de un niño de seis años en Girona al que sus padres decidieron no vacunar tras seguir los consejos de grupos y plataformas 'antivacuna', ha ha llevado a la Sociedad Española de Inmunología a emitir un decálogo con el que intenta instruir y alertar sobre falsas creencias. Carlos López Larrea, jefe de Inmunología del HUCA y embajador en Asturias de la referida sociedad, hace hincapié en la necesidad de estar bien informado y asegura que muchos de los mensajes provenientes de los contrarios a la vacunación masiva «son falsos» y no están basados en evidencias científicas.
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Vea el decálogo completo en ELCOMERCIO.es
Las vacunas no son seguras.
Falso. Las vacunas sí son seguras. La mayoría de las reacciones post-vacunación son leves. Supone mayores riesgos no vacunarse y estar expuesto a los efectos de la enfermedad.
No son necesarias.
Falso. Si el conjunto de la población no se vacuna ante enfermedades que hoy día son extremadamente escasas, como la polio y el sarampión, reaparecerán rápidamente.
Enfermedades erradicadas.
Muchas enfermedades son poco frecuentes pero eso no quiere decir de que estén erradicadas, ya que los agentes infecciosos que las producen continúan circulando.
Uno a uno, hasta un total de diez, la Sociedad de Inmunología desmonta los argumentos de los llamados 'antivacunas', un movimiento poco extendido en Asturias pero que tiene algo más de arraigo en Cataluña, donde se produjo la muerte del pequeño Pau, y en comunidades del Sur. Los expertos niegan una de las máximas de quienes ponen en duda la necesidad de vacunar asegurando que las mejoras higiénicas y sanitarias hacen desaparecer las enfermedades infecciosas. «Eso es falso», indica la Sociedad de inmunológos. «Las enfermedades contra las que hay vacunas volverán otra vez si se suspenden los programas de vacunación, mientras que una mejor higiene, el lavado de manos y la higienización del agua nos ayudan a protegernos de enfermedades infecciosas, muchos microorganismos se propagan independientemente del nivel del limpieza».
Sobre la vacuna de la difteria, el tétano y la tos ferina, así como la de la poliomelitis, que fue la que no le suministraron al niño de Olot, los especialistas alertan sobre esta falsa creencia que las pretende relacionar con casos de muerte súbita en lactantes. «Eso también es falso. No hay relación causal entre la administración de vacunas y la muerte súbita infantil. Sin embargo, estos fármacos se administran en un periodo en el que los niños pueden sufrir ese síndrome». Asimismo, los expertos en inmunización recuerdan que «estas cuatro dolencias pueden ser mortales y los niños no vacunados están expuestos a un riesgo serio de fallecimiento o enfermedad grave».
La gripe, más que una molestia
A los inmunólogos tampoco se les escapa los críticas que en los últimos años está recibiendo otra vacuna: la de la gripe. Sobre todo tras la pandemia de 2009 (la de la gripe A) que elevó el nivel de desconfianza sobre el fármaco. En este sentido, recuerdan que «la gripe es mucho más que una molestia. Se trata de una patología seria que mata entre 300.000 y 500.000 personas cada año. Las embarazadas, los niños, los ancianos y los pacientes con patologías crónicas como asma y enfermedades cardíacas, tienen un riesgo mayor de enfermedad grave y de muerte». La vacunación, insisten, «ofrece inmunidad frente a tres de las cepas más prevalentes en cada estación. Es el mejor modo de reducir la probabilidad de padecer una gripe grave o de contagiar a otros».
En cuanto a la seguridad de las vacunas, la Sociedad Española de Inmunología afirma que «son muy seguras. La mayoría de las reacciones post-vacunación son de poco importancia y pasajeras, como hinchazón en el punto de inyección y febrícula. Los efectos secundarios graves son extremadamente raros, pero si ocurren, se investigan». Además, advierten de que se corre mucho más peligro «no vacunándose». «Padecer la polio puede causar parálisis de las extremedades y el sarampión puede causar encefalitis y ceguera», apuntan a modo de ejemplo.
Otro de los falsos mitos que se intenta echar abajo es la acusación de que las vacunas pueden causar autismo, algo muy utilizado por los 'antivacunas'. «Otra falsedad», indican los especialistas, que aseguran que en 1998 apareció un estudio que causó gran preocupación y que señalaba una posible relación entre la triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo. Posteriormente, se concluyó que el trabajo era erróneo y la revista que lo difundió lo retiró tras reconocer el propio autor que era un engaño». Por desgracia, su publicación causó tal pánico que hizo caer las tasas de vacunación y como consecuencia aparecieron «nuevos brotes de enfermedad».
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