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El consejero de Sanidad, sobre el escenario, en el momento en que se produjo la atronadora pitada.
El primer año del HUCA se cierra con pitada

El primer año del HUCA se cierra con pitada

Sindicatos y trabajadores interrumpieron el acto institucional del aniversario con una sonora protesta

Isabel Gómez

Jueves, 18 de junio 2015, 00:35

Con una atronadora pitada. Así acabó ayer la celebración del primer año del HUCA. Sindicatos y trabajadores interrumpieron el acto institucional de aniversario de La Cadellada con una sonora protesta que sorprendía, a la par que molestaba, a las autoridades asistentes, entre ellas, el nuevo alcalde de Oviedo, Wenceslao López. Durante tres minutos, que a más de uno le parecieron «eternos», miembros de la Junta de Personal y profesionales de a pie que habían acudido como público, pitaron y abuchearon al consejero de Sanidad. Faustino Blanco, que se encontraba ya en el escenario, aguantó estoicamente, y como pudo, el chaparrón.

Al grito de «no hay nada que celebrar» y «fuera, fuera», los trabajadores recriminaron los festejos institucionales, a los que tomaron prácticamente como una afrenta, sobre todo por el enunciado escogido para la conferencia central: 'La felicidad del cambio'. Un título, por cierto, del que todos se excusaron, incluido, el conferenciante Joan Elías Monclús, que pidió disculpas «si con ello he podido ofender a alguien». Pero conferencias y expertos Open Mind al margen, lo cierto es que los manifestantes quisieron sacar a la luz pública que estos primeros doce meses del nuevo HUCA «han sido muy duros. El hospital tiene aún un montón de fallos y deficiencias que no han sido subsanadas, por lo que no entendemos esta fiesta», decían. «En el HUCA, los pacientes que vienen en ambulancia siguen entrando por una carpa de circo», espetaba otro trabajador al consejero, que luego, ya en pasillos, recordaba que el complejo, en cuya construcción se invirtieron cerca de 500 millones de euros, «carece de plan de evacuación» y tiene pendientes de resolver un reguero de denuncias ante Inspección de Trabajo.

Tras unos tensos minutos, y ante un gerente Manuel Matallanas visiblemente molesto pidiendo «un poco de educación», los protagonistas de la pitada acabaron abandonando el salón de actos. Lo hicieron después de que otros profesionales presentes en la conmemoración afearan su conducta. «Quien no quiera participar que marche. Esto es una vergüenza», se quejaba en voz alta una médica. El caso es que la protesta, de marcado carácter sindical, no gustó a todo el mundo. «No son maneras», lamentaba otro facultativo que, sin embargo, admitía que «hay motivos para quejarse, pero no así».

Como contrapartida a la pitada, y una vez que los silbidos se trasladaron fuera del recinto, hubo un aplauso de desagravio para el consejero. Cuando Blanco pudo retomar la palabra, recurrió a una cita del filósofo Emilio Lledó, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades a modo de respuesta: «El odio no nos lleva ninguna parte», señaló. Ante sus palabras, los manifestantes hicieron ademán de volver a entrar en la sala, por lo que las puertas fueron cerradas con llave y custodiadas por guardas de seguridad.

Pero no todo fueron pitidos (con pequeñas vuvuzelas incluidas) en el convulso aniversario de La Cadellada. El consejero llegaba con buenas intenciones: «Es una jornada para agradecer a los profesionales por el tránsito de este año», decía.

Dudas sobre su futuro

Faustino Blanco no quiso desvelar si seguirá al frente de Sanidad en caso de que el socialista Javier Fernández sea reelegido presidente. «Hoy no toca», indicó. «Todavía estamos en los inicios de la legislatura. El resultado, en todo caso, es de quien vaya a ser presidente, que esperemos sea Javier Fernández. Será él, cuando adquiera esa responsabilidad, quien decida cuál será su gobierno», detalló. No obstante, desde diversos ámbitos sitúan otra vez a Blanco al frente de Sanidad.

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