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'La Jota', el 'rápido' y un Borbón infiltrado, estrellas de la visita

R. M.

Martes, 16 de junio 2015, 00:31

El guía Luis Pedro Jurado coge mucho aire al inicio de la visita porque quiere contar a los recién llegados que en el pozo Sotón, en el verano de 1962, hubo un Príncipe infiltrado: «Su nombre era Carlos Hugo de Borbón-Parma y Bourbon-Busset, descendiente de Felipe V». El minero relata que para sondear la fuerza que podría tener el movimiento carlista en la zona, el noble se infiltró como ayudante minero bajo el nombre de Javier Ipiña. «Le descubrimos y echamos, claro», aclara Jurado. «Llevaba la lámpara número 10, que es la que te ha tocado a ti», agrega, señalando a uno de los periodistas que ayer componían el primer grupo de visitantes del pozo.

La anécdota es el aperitivo de una excursión que empieza seria, con una charla sobre seguridad. «El autosalvador que lleváis pesa dos kilos y tiene una pastilla de superóxido de potasio así que, si sopláis en su interior, inicia una reacción química que te proporciona oxígeno suficiente para 20 minutos caminando y 100 en espera», instruye Francisco Cabal. El invitado debe desprenderse de su teléfono móvil y olvidarse de toda cámara de fotos. Sólo los instrumentos autorizados por la Dirección General de Minas tienen cabida en este viaje a las entrañas del pozo. «No es un capricho, es que cualquier aparato puede hacer una chispa y generar una explosión; en el pozo los cables tienen unas fundas sobredimensionadas y casi toda la maquinaria funciona con aire comprimido», afirma José Ángel Huergo.

Tras recorrer la Sala de Máquinas y aprender los dos tipos de jaula que dan acceso al pozo, los novatos son descendidos en una de ellas, a cinco metros por segundo. Así se alcanza la octava planta, el punto donde tras abandonar el particular ascensor, empieza la prueba. La bajada a la novena se realiza a través de 'La Jota', un pozo estéril, excavado para permitir una evacuación ágil, y que tiene la particularidad de que parte de sus casi 100 metros de recorrido son en vertical. La pendiente media es de 43 grados y en algunos puntos su sección media queda en el metro cuadrado.

Tres horas y media después, en la décima planta, la visita se acelera gracias a la intervención de 'El rápido de Sotón', un sencillo tren minero que sobre vías con un ancho de 65 centímetros y a velocidad de trote permite superar un kilómetro de recorrido. La experiencia incluye algún descarrilamiento, «nada extraño aquí abajo», aclara sonriente Rogelio Megido.

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